domingo, 18 de mayo de 2008

De madrugada

Un violento movimiento del vidrio de la ventana me despierta. Escucho la lluvia, cae con fuerza. Abro los ojos y me doy la vuelta para quedar de frente a la ventana. Un relámpago ilumina la habitación. Con la mano busco algo que me pueda indicar la hora. El celular es lo primero que se atraviesa y lo agarro. La luz blanca que sale de su pantalla hace que mi adormilada pupila reaccione con violencia y que a mí me duela la cabeza. 3:40 am y un mensaje nuevo. Bostezo mientras pienso si leer el mensaje o no. Un trueno grita. Me siento en la cama y miro por la ventana. Me gustaría salir y dar vueltas, pero la ropa mojada es incómoda y me tocaría cambiarme y secarme el pelo y seguramente después cuidarme la gripa... mejor no.

Al final terminé cuidándome la gripa porque leí el mensaje y era del Pez diciéndome que volvía a la ciudad y quería verme porque me extrañaba, entonces salí a la calle, di muchas vueltas, y volví a acostarme, sin ropa y con el pelo mojado.

2 comentarios:

  1. A veces vale la pena ir a dar vueltas y mojarse y dormir sin ropa, con el pelo mojado. A veces todo vale la pena. Hacerse el loco, incluso. No pensar.

    ResponderEliminar