lunes, 18 de mayo de 2015

Otra manera de respirar

Me gusta cuando las tardes me traen este sabor a cerveza,
cuando vemos juntos el cambio de color del cielo,
cuando la noche nos llega al punto de no poder vernos con los ojos.

A vos te delata tu respiración,
yo te busco con la mano y siempre te encuentro suave a pesar de los pelos de la barba,
te sonreís y también lo noto.
Me mordés la mano, auch, y soltás una carcajada.

Ninguno abandona su lugar para encender la luz.
Es más bonito así, con las luces de los otros.
Es más nuestro no vernos.

Otra lata se destapa con ese clic que precede a un largo trago.
Por el ventanal entra un viento fresco que nos despeina, no trae ningún ruido humano.
La noche está silenciosa, nosotros también callamos un rato.

Sos vos quien me toca ahora,
te deslizás un poco sobre la madera y te pegás a mí,
me olés el pelo,
yo cierro los ojos para grabar en mi cuerpo ese momento.

Con una nueva brisa me pongo de pie,
te ofrezco mi mano  y vos enredás tus dedos entre los míos.
Caminamos hacia la puerta de la casa,
hacia ese camino de hierba que nos separa de la arena.

La luna está aquí solo para nosotros,
en los pies se siente la tibieza del día que termina,
en la ropa ya sobre la arena se queda el pasado.

Entramos al mar sin prisa,
no hay oleaje que nos dificulte los pasos,
los peces se divierten a nuestro alrededor.
Nos sumergimos completos.
Bajo el agua nos besamos,
es otra manera respirar.

martes, 24 de febrero de 2015

- Quedáte.
- Solo si me prometés que esta noche va durar para siempre.
- No puedo

 Lo besó por última vez y cerró la puerta tras de sí.

sábado, 7 de febrero de 2015

Hipótesis

No tenemos ni una foto juntos. Tal vez por eso fue tan complicado continuar, quizá allí se encontraba la razón de esta falta de sincronía, de las frecuencias alteradas, de no estar buscando lo mismo en los diferentes lapsos de tiempo que intentamos compartir. Bueno, a veces él también asumía que yo quería una cosa y resulta que yo quería otra. Idiota. Tal vez fue la distancia o la diferencia de edad, quizá fue el eco del pasado o mis benditos miedos. Por momentos es posible dejar a un lado el peso de los lastres y dejarse llevar hacia la superficie, pero a veces, ese peso te arrastra hacia el fondo. Cómo no vamos a tener una foto juntos. El día que nos conocimos sé que había una cámara, una de rollo. Tiempo después vi unas fotos de esa noche, me acuerdo bien, pero no recuerdo habernos visto, tal vez las revelaron mal, pasa todo el tiempo. Cómo no vamos a tener una foto. Tanto tiempo de hablarnos al oído y ni una foto. Ni una tipo documento de fondo azul y traje recortada de algún carné plastificado al calor. Él tampoco tiene ninguna mía, ni siquiera de esas con uniforme y pelo tinturado para hacerles dar rabia a las monjas del colegio. Todo lo que me queda de él es lo que guardo en mi memoria, su Facebook tampoco ayuda, en la foto de perfil todavía tiene la imagen predeterminada. Qué rabia. A él le queda más fácil acordarse de mí, aunque no sé si vea mis fotos, jamás me ha dado un like. Pendejo. Cómo no vamos a tener ninguna foto. Es como si nada de esto hubiera pasado, como si esos meses hubieran estado solo en mi cabeza. No es solo la ausencia de la foto, tampoco hay ninguna evidencia física de que nos hayamos conocido. Me siento paranoica pero es verdad, al menos en una pequeña medida. Ahora entiendo por qué la gente guarda cartas, pata estar seguros de que eso sí ocurrió. Yo nunca recibí ninguna, tampoco recuerdo si le di alguna. No, si este romance hubiera sido inventado por mí muchas cosas no habrían ocurrido, otras con seguridad habrían pasado en repetidas ocasiones. Ya quisiera yo que fuera inventado, me habría ahorrado tantas ratos amargos. Cómo no vamos a tener una foto. ¿Él habrá caído en cuenta de esto tan absurdo? Tal vez cuando seamos ancianos podamos tener esta conversación con toda tranquilidad y reírnos de estas hipótesis. Ahora no, ahora estamos en un pacto de silencio. Es mejor así, con tantos países y una boda de por medio. De esos sí hay fotos y muchas, de eso me enteré gracias a las fotos. Otro absurdo. No digo que ahora vaya a ir por el mundo fotografiándolo todo, pero me prometo que en esos momentos en los que me sienta inmensamente feliz sacaré un segundo para tomar una foto y así, tiempo después, comprobar que ese sentimiento fue verdadero. Empiezo mañana.

viernes, 6 de febrero de 2015

Dos (des)conocidos

Era esa corta temporada en la que no salía el sol, aquella en la que los faros permanecían encendidos y los paquetes de velas de los supermercados se agotaban rápidamente.

Eran las tres noches más largas del año, una época esperada por los románticos y por los amantes de la luna, quienes podían contemplarla sin prisa en lo alto del firmamento.

En la primera de esas noches de 24 horas se volvieron a ver. En aquel mágico pueblo llamado Malam se celebraba el festival Bajo las Estrellas, una enorme fiesta en la playa para celebrar las horas de oscuridad.

Entre la multitud sentada a orillas del mar él era el local y ella, la recién llegada. Rodeados de amigos, de música y de cerveza, compartían historias. Él la veía reír, la veía beber de aquella botella de vidrio oscuro. Ella lo miraba mover sus manos para acompañar las historias, lo miraba distanciarse por momentos de la conversación para observar el cielo. Lo miraba mirándola y sus miradas se cruzaban con complicidad durante algunos silencios.

Él la sacó a bailar en medio de los silbidos de sus amigos. Ella sonrió y estiró su mano para aceptar la invitación y seguir el ritmo sobre la arena. Bailaban y se miraban fijamente, reconociéndose. Se reían de ese encuentro inesperado al otro lado del mundo, tan lejos de sus ciudades de origen, a millones de kilómetros de las playas que frecuentaban en sus vacaciones, en medio de un idioma que años atrás ni conocían.

- Has cambiado, ahora bailas - dijo ella.
- Digamos que sigo siendo el mismo pero con habilidades nuevas. Y vos, ¿seguís cambiando? - preguntó él.
- A cada instante - respondió ella.

Las horas de la larga noche siguieron su camino, ellos continuaron la fiesta. Compartieron algunos aventuras de todos estos años en silencio, intercambiaron las historias dibujadas en sus cuerpos, desempolvaron besos y re-colonizaron territorios olvidados.

Durmieron un par de horas, se vieron desnudos y se volvieron a recorrer, desayunaron, caminaron por los parques, comieron, visitaron algunos bares, cenaron, bailaron en la mitad de la calle, rieron como hace tantos años no lo hacían, juntos.

Subieron a la montaña más alta del pueblo y fueron testigos del final de aquellas tres noches, de su noche. El cielo empezaba a aclarar y a pintarse de violeta. Ellos se miraron a los ojos, brindaron en silencio y se besaron por última vez. Su momento era la noche y acababa de terminar, de día siempre serían un par de desconocidos.

lunes, 26 de enero de 2015

Sírvase fría

Me gusta la cerveza antes de dormir, hacer un recuento del día, cerrar los ojos y sonreír con lo vivido. Sentir con mayor intensidad ese ardor en el brazo y despedirme de la cicatriz olvidada debajo de aquel dibujo nuevo. "Maestría cervecera, dice la etiqueta; dorada, con el nombre de mi país, calidad exportación. Saboreo. Las películas me ponen existencial, salgo de la sala de cine y recorro el camino hacia mi casa en silencio. Lo que veo me afecta más de la cuenta. No quiero entrar en debates, no estoy preparada para dar una opinión al respecto, el "buena o mala" no es lo mío, siempre mi veredicto va acompañado de un argumento... no es el momento, no lo he preparado, no hablemos del futuro, gracias. Lo que más me gusta de la noche es el silencio, lo segundo que más me gusta es la oscuridad, lo tercero que más me gusta es que los pensamientos son totalmente diferentes a los que tenemos durante el día. Los Artic Monkeys lo dicen de una manera más bonita: "nights were mainly made for saying things that you can't say tomorrow day". Me eché encima las últimas gotas de la lata. Muy bien, ahora debo renunciar a mi comodidad y limpiar, estoy "pegotuda". Hasta mañana.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Allá

Eran un conjunto de palabras en un universo paralelo. Allí no le temían a la oscuridad, ni a la luz, ni a los otros. Tampoco había lugar para las preguntas. Los secretos unían a las personas y los silencios no eran espacios para llenar de sentido, eran partes preciosas de la conversación. Por épocas se separaban, volvían cada uno a sus propios planetas, a tratar a los otros con agotadora simpatía durante el día, y a dejar volar la imaginación hacia peligrosos terrenos, en las noches. Luego volvían a encontrarse en ese lugar dónde no hacía falta fingir, dónde mostraban el alma y se reían con lágrimas en los ojos. Allí no todo era perfecto, ella tenía siempre dentro de sí una enorme melancolía y él, una difícil soledad; pero se aceptaban, se acompañaban y miraban desde un lugar privilegiado la salida del sol. Jamás se preguntaban por el mañana, porque en ese mundo siempre era hoy.

viernes, 8 de noviembre de 2013

El pasado es un juego de memoria

Rompía las fotos pero no se deshacía de los pedazos. Los guardaba bajo llave, celosamente custodiados por la cerradura del segundo cajón de la mesa de noche. "Las emociones son más importantes que los momentos", decía abriendo la pequeña bóveda de su memoria. Al destapar aquella cajita llena de trozos de papel fotográfico podían verse bordes hechos con tijeras y bisturíes, otros habían sido rasgados o quemados y otros presentaban señales de mordidas. "Todos cuando tenemos rabia apretamos los dientes así que ya sabés que me hizo sentir el personaje del retrato". Se reía y mostraba esos enormes dientes torcidos que coincidían con la marca ubicada sobre el brazo derecho de un tipo flaco, alto y moreno que mira hacia el cielo azul de la playa en la que se encuentra. Ninguna foto estaba completa, los pedazos parecían fichas de varios rompecabezas mezclados. Rápidamente reconstruía los momentos, armaba personajes y hasta componía parejas que jamás llegarían a ser. "Los álbumes son una pérdida de tiempo. Son utilizados por quienes se aferran al pasado. Para mí el pasado es un juego de memoria y lo que gano al jugarlo es mantener mis sentimientos intactos". Recuerda todas las fechas, todos los nombres con dos apellidos, todos los lugares de cada disparo. Recuerda tantas cosas que por eso se toma la libertad de fragmentar su memoria, de llevarla al extremo e, incluso, de fabricar recuerdos y también olvidos. "Lo más difícil es no querer recordar, porque el no querer recordar implica que mientras los deseas te estás acordando de lo que no quieres recordar. Así que lo que hago es recortar, recortar - ¡Cómo se parecen esas dos palabras! - muy fino hasta que ya no se vea nada. Después me pongo a pensar en otras cosas, me distraigo con otras emociones que sí me gusten. Y al final pasa que, poco a poco, ese recuerdo se tira un clavado por fuera de tu memoria".