lunes, 29 de octubre de 2007

Deuda

Me buscás. No me negués que me extrañás. Yo trato de hacerme la desentendida pero vos siempre encontrás la manera de desarmarme. Trato de convencerme de que soy fuerte pero...¡Que tontería! Ni yo puedo creerme mis palabras. No sé jugar tu juego y aún así me arriesgo, sabiendo que yo pierdo y vos disfrutás. Sé que me querés, no como yo a vos pero sí a tu manera; manera extraña, por cierto.

Estoy segura de que no se te ha olvidado ningún momento, al menos la última vez que hablamos demostraste recordar detalles; espero que igual que los recuerdos sigan vigentes tus sentimientos. Estoy en medio de un ataque impulsivo, su causa más probable es una sobrecarga de...¡Carajo! No tengo idea de qué estoy sobrecargada, pero hay algo que me tiene del cuello hace horas y parece que ésta es que la única manera de evitar un estrangulamiento.

Esta vez era mi turno de irme en silencio, de dejar caer las bolsas, quitarse los amarres y elevar el ancla; de no mirar atrás al tomar el tren y de reprimir las lágrimas... No pude, cedí mi turno, lloré y me quedé sentada a la orilla del abismo. Ahora fumo, esa tarde aprendí, y es mejor de lo que pensaba. Aprendí también a vivir con tu recuerdo, con la recriminación de la gente, con la cantaleta de mi familia y con el peso de mi propia conciencia, por cobarde.

Tal vez mi problema es que no soy tan fría como vos o que no quiero como vos o que vos y yo no debemos estar juntos...No, ninguna de esas divagaciones me convence. Tal vez así es el amor y ya (claro, la salida más fácil).

¿Te acordás de cuando me prometiste poemas, música, noche, hamaca y vino? Buscáme, hagamos un trato y no juguemos más. Dejemos la estúpida frialdad y no me salgás con que no tenés tiempo, que tiempo es lo que me debés.

Violeta

jueves, 25 de octubre de 2007

En el fondo

Las estrellas se caen cuando llueve con granizo -cuenta el viejo Horacio mientras sus ojos claros miran fijamente el mar-. En las ciudades rebotan en la capa de polución y se vuelven a sostener del firmamento -afirma haciendo el movimiento con su arrugada mano derecha-. En el campo cuando caen en caminos de herradura se convierten inmediatamente en piedras, pero si lo hacen en el pasto son absorbidas por la tierra -abre los ojos y parece reflexionar acerca de la maravilla del fenómeno-.
En el mar, las estrellas caen y su luz se mantiene encendida hasta que tocan el fondo, son arrastradas por la corriente pero nunca se desintegran...se dice que en algunos puntos pueden verse, en las noches de luna llena, los arrumos de estrellas destellando -traga saliva y toma aire, parece que viene algo importante- Yo una vez, cuando trabajaba en los pesqueros, logré ver un arrumo; lancé una pequeña red, claro que sin carnada porque no sé si a las estrellas les gusten las lombricez, e intenté atrapar algo... -hace una pausa prolongada y sonríe con picardía-. Usted no me va a creer que sí logré atrapar algo -yo en realidad no le creo del todo y por mi cara parece comprenderlo pues suelta una risa y se para de su hamaca- Eso lo guardo como un tesoro -dice en voz alta desde el fondo de la habitación mientras saca una pequeña caja de un viejo baúl. Carga la cajita con cuidado y saca un objeto envuelto en un pañuelo tejido- Tómelo con mañita y veálo usted misma -me produce un poco de nerviosismo pero descargo el objeto sobre mis piernas y comienzo a desenvolver, esquina por esquina, el pañuelo-. ¿Ahora entiende por qué le digo que lo guardo como un tesoro? - y sí, entiendo. Cómo no hacerlo si el viejo Horacio tiene una estrella en su baúl.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Callémonos ya, los dos.

No quiero más palabras necias.
No quiero escuchar lo de siempre, no quiero que divagués...
No quiero más canciones ni más promesas.
N0 quiero más reclamos ni más lamentos.

Cerrá la boca y andáte.
No te volvás a meter en mi cabeza, por favor.

En susurro, a dos voces

- No me mirés así
- Así cómo
- Así como si quisieras decirme algo que no me vas a decir...
- ¿Y cómo si quisiera hacer algo que no voy a hacer?
- Sí, también
- ¿Decirte algo como qué?
- Como que me querés
- Para qué te lo voy a decir si vos ya lo sabés... ¿Y hacer algo como qué?
- No, no jodás

Un café con leche y dos buñuelos

Me gusta la lluvia, afuera o adentro.

Me gusta cuando voy por la calle y unas enormes gotas caen sin piedad sobre mi cabeza, cuando la bota de mis pantalones adquiere un tono más oscuro que el resto de la prenda, cuando mis hombros son las primeras víctimas de las lágrimas del cielo, cuando el agua me moja la cara y tengo que cerrar los ojos para evitar que entre en ellos, cuando camino sobre los charcos y los zapatos no tienen otra opción que aguantar la respiración, cuando recibo un abrazo igualmente mojado y un beso de unos labios temblorosos.

Me gusta la lluvia, sobretodo, cuando puedo disfrutar del ritmo con el que cae sobre el techo, cuando estoy entre unas cobijas calientes y vos estás conmigo, compartiendo un café, con leche, y dos buñuelos.
- ¡Mirá!
- ¡No cojás eso!
- Pues como no ¡si es un pedazo de corazón!

domingo, 7 de octubre de 2007

- ¿Qué haces aquí?
- ¿Como así que qué hago aquí? Si vos mismo me llamaste
- Ay Soledad, lo último que quiero es estar con vos...
- ¿Ah sí? Pueso eso tuviste que haberlo pensado antes de llamarme
- ¡Pero si yo no te llamé!
- ¡Claro que sí! Me llamaste en el momento en que le dijiste a Estrella que se largara
- Eso no tiene sentido, Estrella se fue hace dos semanas
- Pues si, pero ¿vos crees que sos el único que me necesita?
- No te necesito...
- ¡Ja! Eso dicen todos y al final se dan cuenta que soy buena compañía
- ¿Te parece que "compañía" y Soledad combinan?
- ¡Ah no! esa pregunta te la vas a responder vos