martes, 31 de julio de 2007

Para la Pielroja

Con el ánimo de revivir


Seré sincera: no sé que decir, pero no te preocupes, tendré todo el tiempo del mundo para escuchar.


Por ahora te regalo un arcoiris:


Amarillo: Para que la alegría nunca deje de brillar aún en los días nublados, para que florezcan los girasoles y las margaritas

Naranja: Para avivar el fuego, para vivir con pasión, para mantener la energía, para disfrutar de un atardecer

Rojo: Para sentir como la sangre corre por las venas y como late el corazón, para fumarse un Pielroja y disfrutar de unas dulces fresas

Verde: Para vivir con la naturaleza, para estar a la sombra de los árboles y respirar aire puro

Azul: Para pasar el tiempo mirando el cielo y para perderse en el mar

Índigo: Para permitirse dudar entre el violeta y el azul, para no ser lo uno ni lo otro, para oscilar en opciones

Violeta: Para ser auténtico, para ser real y a la vez volverse espectro, para soñar y para vivir

domingo, 29 de julio de 2007

Humo y Besos (3)

"Verde, amarillo y rojo". Gondwana

Violeta sale a caminar. No lleva reloj, no lleva teléfono, no lleva música, sólo unas pocas monedas y las llaves de su casa. Hoy decidió no preocuparse por el tiempo, no ser localizada y no poner una barrera entre las voces en su cabeza y los ruidos de la ciudad.

Camina sin afán pero siempre al mismo ritmo, no le molesta el sol de las 11 de la mañana ni la inesperada brisa que le desordena los rizos, es más, le parecen el complemento perfecto para el reggae que suena en su interior - "equilibrio en lo creado, ya al maite ha iluminado, solo igual a la certeza, mi corazón late por tí" -. Se hace la sorda ante los incómodos halagos de algunos transeúntes, repasa el camino a recorrer, observa todo el panorama y no puede evitar fruncir el ceño y sentir una inmensa rabia al verse envuelta en una que otra nube de contaminación.

Desde hace más o menos tres días que Violeta no sabe nada de Rojo ni Rojo de Violeta. Han tenido cosas que hacer pero ese no es el motivo principal, ambos decidieron que su relación no debería depender de la tecnología. No hablan por teléfono y mucho menos se encuentran en Internet, han revivido la época epistolar.

Esta mañana Rojo, que no vive ni muy lejos ni muy cerca de Violeta, fue a dejarle una carta que deslizó suavemente bajo la puerta de su casa. Un sobre blanco con un "Violeta" en el centro, escrito a mano con cuidado. En su interior había una hoja igualmente blanca e igualmente escrita a mano con cuidado: "Te espero en el parque del 1 de aBril cuando el sol esté en el punto más alto. Te Quiero. Rojo".

- ¿Parque del 1 de aBril? - se preguntó Violeta al leer la nota. - Estás loco, Rojo - dijo suspirando, en realidad no conocía ese parque.

Violeta camina preguntándose una y otra vez si se dirije al lugar correcto. Está segura que en la ciudad no existe un parque llamado 1 de aBril...

- "Verde, amarillo y rojo" - canta Violeta mientras espera que cambie el semáforo para poder cruzar. Ha hecho cálculos y no conoció a Rojo en abril, ni siquiera ha pasado un abril. Piensa en los parques dónde ha estado con Rojo, son tres en total pero descarta uno por ser "el lugar de siempre"; recuerda que en otro de los parques hicieron figuras de plastilina y elevaron cometa pero eso no tiene ninguna relación con 1 de aBril, y en el otro... - En el otro ¿Que pasó en el otro? - piensa Violeta en voz alta. Camina por inercia al ver la luz verde para peatones. De repente sonríe y se lleva una mano a la cara - ¡Pues claro! - exclama. Sí se dirije al parque correcto, al sitio dónde en una fogata bajos las estrellas Violeta y Rojo se dieron el primer beso, sabor masmelo.

El sol en el punto más alto, el parque desolado - "Equilibrio en lo creado, ya al maite ha iluminado, solo igual a la certeza, mi espíritu vive por tí" - la canción, que aún suena en la mente de Violeta, se mezcla con una cadena de sensaciones: decepción, angustia, ansiedad, tristeza, expectativa, espera, resignación... Violeta opta por sentarse en un columpio a la sombra de un mango, se mece con la cabeza hacia atrás mirando al cielo, disfruta del azul y se imagina la suave textura de las nubes.

Rojo se acerca sigilosamente, Violeta está ensimismada viendo jugar a una pareja de labradores cachorros, con la mano que tiene libre Rojo le cubre los ojos. Violeta se estremece pero luego suelta un suspiro de alivio.
- Afortunadamente conozco tu olor -
- Afortunadamente no huelo mal -
- Eso creés vos -
- Eso creés vos - repitió Rojo tratando de hablar como una niña.
Soltaron una risa
- No abrás los ojos - le dijo a Violeta mientras la ayudaba a parar del columpio.
Rojo descargó lo que llevaba en la otra mano y abrazó a Violeta. Un abrazo de reencuentro, de saludo, de despedida, de felicitación, de tristeza, de alegría ... un abrazo que se prolongó durante varios segundos.

- ¿Ya puedo ver? - preguntó ansiosa Violeta.
Rojo levantó la carga y se paró delante de ella.
- Sí - dijo.

Tres girasoles y una pequeña caja envuelta en un colorido papel.

Violeta abrió los ojos y sonrió ampliamente - Ay nooo, por qué sos así- dijo.
- Por vos - alcanzó a decir Rojo antes de que Violeta lo hiciera callar con uno de esos besos que hacen mover el suelo.

Se sentaron en el pasto a la sombra del mango, Violeta desenvolvía la caja con paciencia a pesar de sentir unas ganas inmensas de romper el papel. Rojo la miraba con ternura mientras encendía un cigarillo.

- Rompélo - le dijo, la conocía muy bien.
- No, está demasiado bonito -

- "Verde, amarillo, y rojo" - cantó Violeta al remover todo el papel. Miró a Rojo, frotó sus manos y se dispuso a levantar la tapa de la caja.

Doce fresas cubiertas con chocolate.

- ¡Aaaaahhhh que ricooo! - gritó Violeta, le encantaban las fresas y amaba el chocolate.
Rojo soltó una carcajada y se ahogó con el humo del cigarrillo, era imposible no contagiarse de esa euforia.

- Me encanta... me encantás - dijo Rojo para sí mientras ambos se comían la primera fresa con una inmensa satisfacción.

- "Eres mi estrella que brilla en el cielo" - cantó Rojo

Tarde de reencuentro, de humo y besos de fresa con chocolate.

martes, 24 de julio de 2007

Humo y Besos (2)

A Besos

Rojo estaba sentado viendo caer la lluvia, le gustaban mucho los días fríos. Fumaba de manera paciente mientras esperaba ver llegar a Violeta, aunque no habían fijado ninguna cita.

Violeta caminaba lentamente bajo la lluvia mientras las gotas la mojaban sin cesar, le importaba muy poco terminar empapada y que al secarse su pelo tuviera más afro de lo normal. Nunca salía con sombrilla y pocas veces, como hoy, se ponía suéter. Disfrutaba de un granizado de café y se sentía feliz, a ella tambíen le encantaban los días fríos.

A lo lejos Violeta pudo distinguir aquella silueta humeante, esbozó una sonrisa y se convenció una vez más de que la telepatía existe.

Rojo sintió la presencia esperada y le bastó con girar su cabeza para confirmar que no se había imaginado esa sensación. Violeta venía caminando hacia él, tenía los rizos mojados y en sus manos cargaba un vaso de icopor, - Seguro que es granizado - pensó y le devolvió una tímida sonrisa. Rojo se convenció una vez más de que el destino tiene toda la culpa.

Violeta se sentó al lado de Rojo y le dio un beso de esos que hacen estremecer, Rojo la rodeó con sus brazos sin darle importancia a lo mojada que estaba. Ninguno de los dos estaba elocuente pero para qué hablar si les bastaba con estar allí.

Rojo se quitó la chaqueta y se la brindó a Violeta, quien se la puso rapidamente para no dejar escapar ni un poquito de calor. La miró a los ojos y suavemente le acarició el rostro y le apartó los mechones que aún goteaban, con el dorso de la mando le tomó la temperatura de la nariz y como estaba helada se acercó a darle un beso.

Violeta sonrió y sorbió por última vez el granizado, le pasó el vaso a Rojo y el se encargó de quitarle el color y el sabor al hielo restante.

Se pusieron de pies, se tomaron de la mano y se fueron saltando en cada uno de los charcos, parando de vez en cuando a darse un beso en medio del agua que aún caía y de aquella que se empezaba a evaporar.

Fantasma

No, no me asustes. Si lo vas a hacer mejor que sea cuando esté acompañada.
Si me vas a susurrar no me digas palabras frías.
Si te veo, no te desaparezcas...

lunes, 23 de julio de 2007

Humo y Besos (1)

- ¡Ya sabés que no me gusta que fumés sobre mi!
Exclamó Violeta mientras con sus manos trataba de apartar el humo que salía de la boca de Rojo.
- Pero mirá que belleza, está finamente envuelto en una hoja de tabaco...
- En una hoja de tabaco o en una hoja de papel, dá igual, no me gusta el humo.

Ambos estaban sentados en el suelo, recostados contra un muro observando el cielo. Después del reclamo de Violeta la reacción de Rojo fue sentarse de tal manera que el viento se llevara su humo lejos de ella.

- Te queda lindo el atardecer, podría quedarme mirándote hasta que oscurezca y sé que aún así no dejarías de ser hermosa.

Las palabras de Rojo eran más que sinceras, los rizos de Violeta volaban libremente al ritmo de la brisa y sus ojos miel se veían más claros y brillantes.
Las mejillas de Violeta siempre reaccionaban cuando Rojo le decía palabras bonitas, y a él eso le encantaba.

- A vos te encanta hacerme sonrojar...
- Y a vos te encanta que te haga sonrojar...

Violeta se acostó en el suelo y Rojo, después de botar la colilla del cigarro, se acostó a su lado. Ambos se abrazaron y se miraron a los ojos durante largo rato. A Rojo le encantaban los ojos miel de Violeta y a ella le encantaban los ojos oscuros de Rojo.

Ambos sonrieron, era imposible ocultar el amor que sentían el uno por el otro. En un movimiento sincronizado ambos cerraron los ojos y acercaron sus labios muy lentamente, respiraban profundo y podían sentir el latido de sus corazones; a Violeta le gustaban los besos de Rojo porque eran inesperados, a Rojo le gustaban los besos de Violeta porque eran delicados.

- Me gusta tu olor - dijo Rojo aspirando profundo
- Me gustan tus besos - dijo Violeta atrapando una vez más los labios de Rojo. - Lástima que sepan a cigarrillo - añadió.
- Envuelto finamente en una hoja de tabaco - respondió.

domingo, 22 de julio de 2007

Corazón Aventurero

Porque tengo un corazón aventurero puedo decir que indecisión es el rótulo que me persigue,
que "no sé" es la expresión que más utilizo cuando de asuntos personales se trata,
que hoy me gustas tú y mañana ya lo estoy dudando,
que hoy puedo aferrarme hasta el dolor y mañana solo pensar en volar...

Porque tengo un corazón aventurero puedo decir que mi espíritu sueña con nuevos horizontes pero vive fascinado con lo circundante,
que hoy puedo anhelar un rinoceronte pero mañana ya será un elefante,
que hoy puedo decir aire y mañana gritar fuego,
que hoy puedo pintarme como un óleo y mañana despertarme como una acuarela...

Porque tengo corazón aventurero sé que hoy seré una rosa y mañana giraré con el sol,
que hoy solo escucharé vientos pero mañana preferiré cuerdas,
que hoy hablaré y mañana simplemente callaré,
que hoy disfrutaré de tu olor pero mañana buscaré otra esencia...

Porque tengo corazón aventurero se que hoy querré llorar y mañana reír a carcajadas,
que hoy esperaré por ti pero mañana fingiré haberte olvidado,
que hoy veo azul con tonos púrpura y mañana será amarillo con tonos naranja,
que hoy quiero abrigo pero mañana me dejaré estremecer por el frío,
que hoy soy toda razón pero mañana seré puro sentimiento...

Porque tengo corazón aventurero puedo decir que me gusta lo duradero pero también disfruto de lo fugaz,
que hoy espero sólo estrellas y mañana sólo luna,
que hoy son fresas con crema y mañana limón y sal,
que hoy te busco pero mañana espero que me encuentres,
que hoy seré una corista pero mañana la voz principal...

Porque tengo corazón aventurero puedo decir que hoy soy yeso, mañana arcilla y después plastilina,
que hoy son blanca, mañana negra y luego corchea,
que hoy soy café, mañana chocolate y luego arequipe,
que hoy soy caricatura, mañana retrato y luego fotografía,
que hoy seré huevo, mañana pichón y luego simplemente alas...

Porque tengo corazón aventurero aún dudo si existe un complemento.