miércoles, 19 de diciembre de 2007

Cielo se mira las manos, la palma y el dorso, con detenimiento. Mira el color, sigue cada una de las líneas y se da cuenta de lo mucho que le gustaría saber de quiromancia, se detiene en uno que otro lunar diminuto y empieza a hacer memoria acerca de cómo se hizo las pequeñas cicatrices. Entrelaza sus manos y su meditación finaliza cuando recibe un beso en la mejilla, es Leo, el hombre de los ojos azules.


- Decime ¿en que pensás? - le pregunta sin poder disimular la curiosidad.

Cielo lo mira fijamente sin decirle nada. Segundos después se pone de pie y le dice al hombre de los ojos azules que haga lo mismo. Él obedece sin entender que pasa.


- Dame tu mano - Dice Cielo con un tono entre dulce y serio.

Se toman de la mano y entrelanzan sus dedos.

Cielo es más baja que Leo, por lo que sus dedos se resvalan, además, los dedos de él quedan muy apretados entre los de ella, es incómodo y doloroso para ambos.


Cielo suelta su mano, lo mira fijamente, de nuevo, aunque esta vez con los ojos llenos de lágrimas.

- Yo te quiero y lo sabés - Dice con la voz entrecortada - pero es claro que no somos el uno para el otro.

Le da un beso en la mejilla y se aleja rapidamente. El hombre de los ojos azules se queda allí viéndola caminar, luego empieza a mirarse las manos, la palma y el dorso, con detenimiento.
- No me gustan las preguntas - Dijo como si pensara en voz alta, mirando hacia el oscuro cielo que dejaba ver la ventana
- ¿Por qué? - Preguntó con interés y se sonrojó al percibir la mirada de ceja levantada con la que ella había dado respuesta a su pregunta.
Bebió con algo de nervios su oscuro café con mucha azúcar y dijo "¡Mierda!" en susurro mientras con la manga izquierda de su saco se secaba las lágrimas que brotaron luego del quemón.
Ella se había levantado del sillón segundos antes por lo que no sería testigo de esa ridícula escena, por fortuna.

Rayuela violeta

¿Leíste Rayuela? Decíme si de diste cuenta que para Cortázar muchas cosas tiene un tono violeta

jueves, 6 de diciembre de 2007




Mirá lo que hiciste, se enredó toda la pita, tiene un nudo en la cola y la rompiste casi en el centro. Mejor, devolveme la cometa.

domingo, 2 de diciembre de 2007

imagen: educared.org.ar

¡Que tontería! ¿Para qué te mirás doscientas cuarenta horas diarias al espejo? ¿Estás esperando ver como mudas de piel?¿Cómo te salen cosas en la cara?¿Cómo te crece el pelo?¿Cómo cambiás? Dejáme decirte algo: No le hagás perder el tiempo a tu reflejo, si no te despegás de tu propia imagen te vas a perder de cosas importantes. El mundo no gira a tu alrededor, además, a la gente que vale la pena no le interesa demasiado si tu camisa van con tus zapatos, con tu cartera, con la sombra de tus ojos, con el color de tus mejillas y con tu corte de pelo.

jueves, 22 de noviembre de 2007

Verdad

"Señor usuario, si esta no es su estación de destino por favor despeje el área de las puertas para permitir la salida y el ingreso de otros usuarios".

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Tacto

Alguna vez dijiste que lo que estaba aquí no estaba en ninguna parte... pero si vos leés esto para mí es suficiente

Tengo mis sentidos a tu disposición pero creo que, junto al oído, el tacto es el más importante. Puedo secarte las lágrimas, si querés, o puedo simplemente regalarte un abrazo y dejar que mojés mi hombro. Puedo también tocarte la cabeza, hacer una trenza, e incluso tratar de coser o pegar algo que se haya roto. Puedo, si me permitís, hacerte cosquillas en la espalda o, mejor aún, en la panza. Yo quiero que estés bien pero cuando las circunstancias no lo permiten al menos estaré ahí con mi tacto, para darte cariño y tratar de que todo sea un poco más dulce.

¿Pintura?¿Cometas?¿Plastilina?¿Dibujos?¿Pegamento? ¿Barquillos?
¿Doctor?¿Místico?¿Mecánico?¿Culebrero?¿Hippie? ¿Naranjas?
¿Música?¿Juegos?¿Literatura?¿Muros?¿Viajes? ¿Videos?¿Fotos?

Creo que podemos conseguir lo que sea necesario para encontrar una cura.

No te preocupes, el amor es un ingrediente que nunca va a faltar.

¿Tacto? Tacto

lunes, 19 de noviembre de 2007

Pacto

Allí están las dos, jugando descalzas en la playa. Llevando arena de un lado a otro con sus baldes amarillos y levantando una serie de residencias de arena alrededor del imponente castillo ya construido. Paloma, la de la piel más blanca y las pecas más abundantes, tiene un fresco vestido blanco perla que se deja llevar fácilmente por la brisa. Su cabello rubio y crespo nunca se queda quieto y ella se lo quita de los ojos con enojo pues no la deja vigilar con atención al cangrejo rey de su castillo. Estrella, la de los ojos curiosos y las mejillas ruborizadas, mira en silencio el atardecer, siempre le ha parecido un total irrespeto hablar cuado el sol brinda semejante espectáculo. Su piel es un poco más dorada que la de Paloma y sus pecas casi imperceptibles. Los castaños rizos de Estrella vuelan con el viento, ella en lugar de retirarlos de su cara cierra los ojos y sonríe: "Que no pare nunca", piensa.

El cielo está cubierto de un manto de tonos rojizos, las olas del mar han cobrado más fuerza y la brisa parece soplar a una velocidad uniforme que descansa durante lapsos muy cortos. Las dos niñas están tumbadas boca arriba en la arena; con atención pretenden escuchar el mensaje que traen las olas. "¡Dice que hoy saldrán muchas estrellas!", grita Paloma sentándose de un brinco y levantando arena con su cabello. Estrella cierra los ojos para que no le entre la arena y suelta una carcajada: "¡Qué bueno! ¡Haber si por fin encontramos las nuestras!", responde.

- "Mirá esas"
- "No, están muy separadas"
- " ¿Y esas?
- "No, brillan muy poquito"
- "¿Y las de allá?
- "Están muy lejos"
- "¡Esas son, esas son!"
- "¿Cuáles?"
- "Las que están al lado de esas tres que van en filita"
- "¡Sí, esas son!", sentencia Estrella.

Celebraron tomándose de las manos y dando vueltas en círculo.

- "Es la señal que estábamos esperando, Pa. Vamos hacer un pacto"
- "Está bien. Pero ¿cómo lo sellamos?
- "mmm... ¡Con agua del mar!"
- "¿Qué? ¡No! ¡Mi abuela dice que da dolor de panza!"
- "Pero es solo un poquito..."
- "Bueno, haber..."

Cada una toma su balde, juntas caminan hasta dónde las olas les mojan los pies y dejan que un poco de agua entre al recipiente. Se miran sonrientes e intercambian baldes.

- "Vamos a ser amigas hasta que las estrellas dejen de brillar", dice Paloma con tono ceremonial. - "¡Y cuando grandes nos vamos a hacer un tatuaje!", exclama Estrella con entusiasmo.


Miran hacia el mar y sorben el agua salada de sus baldes. Una mueca, una risotada y una carrera haber quien encuentra primero agua de coco para quitarse el mal sabor.

Dolor en la panza como decía la abuela de Paloma y, diez años después, una estrella tatuada en la espalda de ambas.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Habían unas caras alegres, tan alegres que hasta soltaban carcajadas, mi cara incluso hacía parde de ellas. Pero vinieron unas luces rojas acompañadas de una sombra que negaba con la cabeza y un par de seres impotentes que me miraban con tristeza. Hice una pregunta tonta pues la respuestas era más que obvia, le di la espalda a las luces y fui a despedirme del resto de caras que, ésta vez, me lanzaron miradas indeferentes y estupefactas. A las ideferentes les devolví la indiferencia, a las estupefactas les dí una rápida despedida. Una de ella me pregunto, esperando una respuesta afirmativa, si estaba molestando...

Tuve que irme con las luces rojas, con la sombra y con el par de seres impotentes. Mi cara se había trasformado y solo miraba hacia el lado, evidenciaba el dolor de recordar como la cara más importante del día me preguntaba que por qué tan temprano...

Me, me duele pensar que al parecer éramos muchos pero al final resultaron siendo 3. Le perdí la fé a los números pares y siempre me habían parecido seguros...me duele que la sombra me tenga encerrada...
Hoy volé pero !Maldita sea! Tuve que aterrizar

lunes, 5 de noviembre de 2007

Fragmentos

De la Tercera Elegía

"Mira, nosotros no amamos como las flores, siguiendo tan solo el ciclo del año. A nosotros, cuando amamos, nos sube por los brazosuna savia inmemorial. Oh, muchacha,esto: que amemos en nosotros no a Uno, un ser que ha de venir,sino la innumerable germinación; no a una criatura sola,sino a los padres, que como escombros de montañas,reposan en nuestro fondo; sino el cauce secode las madres antiguas; sino todo el paisaje silenciosobajo un destino claro o sombrío: esto, muchacha, se te anticipó".

De la Cuarta Elegía

"Nosotros no vamos al unísono. No somos sensatoscomo las aves migratorias. Retrasados y tardíos,nos imponemos repentina, forzadamente a los vientos,y nos derrumbamos sobre un estanque indiferente.Sabemos al mismo tiempo florecer y marchitarnos.Y por algún lado andan todavía los leones y no saben, mientras siguen siendo majestuosos, de impotencia alguna. Pero nosotros, cuando queremos una cosa, siempre, ya estamos acariciando la otra. La hostilidades en nosotros lo primero. ¿Acaso los amantesno están siempre poniéndose límites, uno a el otro, ellos, que se prometían espacios, presa, hogar? Ahí, para un dibujo instantáneo, se elabora penosamente un fondo de contradicciones, de modo que lo veamos; pues somos demasiado claros, no conocemos por dentro el contorno del sentimiento, sino solamente lo que se forma por fuera. ¿Quién no se sentó inquieto frente al telón de su corazón? El telónse levantó: el escenario era de despedida. Fácil de entender. El jardín conocido, y oscilaba un poco: entonces apareció primero el bailarín. No éste. Basta. Y aunque sea ligero al actuar, está disfrazadoy se convierte en un burgués, que cruza por su cocina, entra a casa. No quiero estas máscaras a medio llenar, prefiero la marioneta. Está llena".

Rainer María Rilke
Las Elegías de Duino

El Fénix

Un regalo que me dieron.
Gracias Pequeño Pedro

El Fénix es un admirable y encantador pájaro que vive en Indostán.Tiene un pico extraordinariamente largo y muy duro, perforado, como una flauta, por agujeros en número de más de cien. No tiene hembra y vive aislado. Cada uno de estos agujeros hacen oír un sonido y cada uno de estos sonidos tiene un secreto particular. Cuando deja oir estos acentos quejumbrosos por cada agujero, los pájaros y los peces se agitan; los más feroces animales se callan y están fuera de sí escuchando estos dulces acentos. Ahora bien, un filósofo frecuentó este pájaro y aprendió por su canto la ciencia de la música. El fénix vive alrededor de mil años y conoce con exactitud la fecha de su muerte. En ese momento, reúne a su alrededor cantidad de hojas de "mucl" y, perdido en medio de estas hojas, hace oir gritos quejumbrosos. Por cada abertura de su pico, hace salir dolorosamente, de lo profundo de su corazón puro, acentos lastimeros y variados, pues es diferente según cada abertura. En medio de estos gemidos que le hace lanzar el pesar de morir, tiembla como la hoja, sin discontinuidad. Todos los pájaros son atraídos por su canto y los animales feroces por el ruido que hace; todos van cerca de él para asistir al espectáculo de su fallecimiento y todos a la vez, por su ejemplo, se resignan a morir. En ese día, en efecto, un gran número de animales mueren con el corazón ensangrentado delante del fénix, a causa de la tristeza de la que lo ven presa. Caen en la estupefacción por efecto de sus gemidos y muchos pierden la vida a causa de su falta de energía. El día que corre la sangre del fénix y que se hacen oir sus enternecedoras quejas, es un día extraordinario. Cuando sólo le queda un aliento de vida, bate sus alas y agita las plumas hacia delante y atrás. Por el efecto de este movimiento se produce fuego que opera unc ambio en el estado del fénix. Este fuego prende rápidamente a la madera y la madera arde agradablemente. Pronto, madera y pájaro, todo está reducido a brasas y después cenizas. Pero cuando ya no se ve ni una chispa, un nuevo fénix se eleva de entre las cenizas. Después que el fuego ha reducido la madera a cenizas es cuando aparece un pequeño fénix.

Farid Uddin Attar.

lunes, 29 de octubre de 2007

Deuda

Me buscás. No me negués que me extrañás. Yo trato de hacerme la desentendida pero vos siempre encontrás la manera de desarmarme. Trato de convencerme de que soy fuerte pero...¡Que tontería! Ni yo puedo creerme mis palabras. No sé jugar tu juego y aún así me arriesgo, sabiendo que yo pierdo y vos disfrutás. Sé que me querés, no como yo a vos pero sí a tu manera; manera extraña, por cierto.

Estoy segura de que no se te ha olvidado ningún momento, al menos la última vez que hablamos demostraste recordar detalles; espero que igual que los recuerdos sigan vigentes tus sentimientos. Estoy en medio de un ataque impulsivo, su causa más probable es una sobrecarga de...¡Carajo! No tengo idea de qué estoy sobrecargada, pero hay algo que me tiene del cuello hace horas y parece que ésta es que la única manera de evitar un estrangulamiento.

Esta vez era mi turno de irme en silencio, de dejar caer las bolsas, quitarse los amarres y elevar el ancla; de no mirar atrás al tomar el tren y de reprimir las lágrimas... No pude, cedí mi turno, lloré y me quedé sentada a la orilla del abismo. Ahora fumo, esa tarde aprendí, y es mejor de lo que pensaba. Aprendí también a vivir con tu recuerdo, con la recriminación de la gente, con la cantaleta de mi familia y con el peso de mi propia conciencia, por cobarde.

Tal vez mi problema es que no soy tan fría como vos o que no quiero como vos o que vos y yo no debemos estar juntos...No, ninguna de esas divagaciones me convence. Tal vez así es el amor y ya (claro, la salida más fácil).

¿Te acordás de cuando me prometiste poemas, música, noche, hamaca y vino? Buscáme, hagamos un trato y no juguemos más. Dejemos la estúpida frialdad y no me salgás con que no tenés tiempo, que tiempo es lo que me debés.

Violeta

jueves, 25 de octubre de 2007

En el fondo

Las estrellas se caen cuando llueve con granizo -cuenta el viejo Horacio mientras sus ojos claros miran fijamente el mar-. En las ciudades rebotan en la capa de polución y se vuelven a sostener del firmamento -afirma haciendo el movimiento con su arrugada mano derecha-. En el campo cuando caen en caminos de herradura se convierten inmediatamente en piedras, pero si lo hacen en el pasto son absorbidas por la tierra -abre los ojos y parece reflexionar acerca de la maravilla del fenómeno-.
En el mar, las estrellas caen y su luz se mantiene encendida hasta que tocan el fondo, son arrastradas por la corriente pero nunca se desintegran...se dice que en algunos puntos pueden verse, en las noches de luna llena, los arrumos de estrellas destellando -traga saliva y toma aire, parece que viene algo importante- Yo una vez, cuando trabajaba en los pesqueros, logré ver un arrumo; lancé una pequeña red, claro que sin carnada porque no sé si a las estrellas les gusten las lombricez, e intenté atrapar algo... -hace una pausa prolongada y sonríe con picardía-. Usted no me va a creer que sí logré atrapar algo -yo en realidad no le creo del todo y por mi cara parece comprenderlo pues suelta una risa y se para de su hamaca- Eso lo guardo como un tesoro -dice en voz alta desde el fondo de la habitación mientras saca una pequeña caja de un viejo baúl. Carga la cajita con cuidado y saca un objeto envuelto en un pañuelo tejido- Tómelo con mañita y veálo usted misma -me produce un poco de nerviosismo pero descargo el objeto sobre mis piernas y comienzo a desenvolver, esquina por esquina, el pañuelo-. ¿Ahora entiende por qué le digo que lo guardo como un tesoro? - y sí, entiendo. Cómo no hacerlo si el viejo Horacio tiene una estrella en su baúl.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Callémonos ya, los dos.

No quiero más palabras necias.
No quiero escuchar lo de siempre, no quiero que divagués...
No quiero más canciones ni más promesas.
N0 quiero más reclamos ni más lamentos.

Cerrá la boca y andáte.
No te volvás a meter en mi cabeza, por favor.

En susurro, a dos voces

- No me mirés así
- Así cómo
- Así como si quisieras decirme algo que no me vas a decir...
- ¿Y cómo si quisiera hacer algo que no voy a hacer?
- Sí, también
- ¿Decirte algo como qué?
- Como que me querés
- Para qué te lo voy a decir si vos ya lo sabés... ¿Y hacer algo como qué?
- No, no jodás

Un café con leche y dos buñuelos

Me gusta la lluvia, afuera o adentro.

Me gusta cuando voy por la calle y unas enormes gotas caen sin piedad sobre mi cabeza, cuando la bota de mis pantalones adquiere un tono más oscuro que el resto de la prenda, cuando mis hombros son las primeras víctimas de las lágrimas del cielo, cuando el agua me moja la cara y tengo que cerrar los ojos para evitar que entre en ellos, cuando camino sobre los charcos y los zapatos no tienen otra opción que aguantar la respiración, cuando recibo un abrazo igualmente mojado y un beso de unos labios temblorosos.

Me gusta la lluvia, sobretodo, cuando puedo disfrutar del ritmo con el que cae sobre el techo, cuando estoy entre unas cobijas calientes y vos estás conmigo, compartiendo un café, con leche, y dos buñuelos.
- ¡Mirá!
- ¡No cojás eso!
- Pues como no ¡si es un pedazo de corazón!

domingo, 7 de octubre de 2007

- ¿Qué haces aquí?
- ¿Como así que qué hago aquí? Si vos mismo me llamaste
- Ay Soledad, lo último que quiero es estar con vos...
- ¿Ah sí? Pueso eso tuviste que haberlo pensado antes de llamarme
- ¡Pero si yo no te llamé!
- ¡Claro que sí! Me llamaste en el momento en que le dijiste a Estrella que se largara
- Eso no tiene sentido, Estrella se fue hace dos semanas
- Pues si, pero ¿vos crees que sos el único que me necesita?
- No te necesito...
- ¡Ja! Eso dicen todos y al final se dan cuenta que soy buena compañía
- ¿Te parece que "compañía" y Soledad combinan?
- ¡Ah no! esa pregunta te la vas a responder vos

miércoles, 26 de septiembre de 2007

Asunto de marionetas

El dibujo es de Teresa
"Cuidado con las marionetas". Así reza el aviso colgado en la puerta de la pequeña casa de don Martín Hilos. "Lo que pasa es que las marionetas tienen vida", afirma el señor Hilos mientras, con extremo cuidado, remienda el colorido traje de un bufón no más grande que su brazo. "De noche siempre me hacen desorden porque les da por ponerse a molestar", esboza una sonrisa y corta el hilo sobrante.

Don Martín tiene unas gafas grandes de bordes dorados que dificilmente contrastan con la blancura de su rostro y los tonos grisáceos de su pelo y cejas. Sus ojos azules contemplan el trabajo finalizado y se dirigen a
observar a los otros personajes que necesitan también alguna reparación. "Yo me doy cuenta porque las escucho hablando... ¿Qué hablan? Pues cosas de marionetas: que les apretan los hilos, que tienen una cruceta muy grande, que les gustaría vestir de otro color... ¡Hasta repasan los parlamentos!".

Don Martín Hilos no tiene familia, vive con sus 24 marionetas. El espacio es suficiente para todos: sala, cocina, baño y dos habitaciones. En la sala está instalado el escenario y en una de las habitaciones, el taller. "El aviso de la puerta lo tengo porque cuando viene el público hay en el suelo una que otra marioneta que se quedó dormida antes de llegar a su lugar; no las ven y entonces las pisan... Ya me ha tocado enterrar a 3". El público del señor Hilos está conformado, en su gran mayoría, por niños. "Los niños disfrutan mucho de las funciones porque ellos saben que las marionetas realmente son las que actúan, ellos conocen su magia".

Es viernes y son las tres de la tarde, la función de hoy es a las cinco. Ahora es una bailarina la que descansa en la mesa de trabajo, su traje se ha roto en la cintura, tal vez se ha estirado de más. Don Martín introduce cuidadosamente la aguja a través del traje de la bailarina para evitar lastimarla: "Enseguida se ríe, no es capaz de aguantarse las cosquillas", el señor Hilos sonríe. Tras haber dicho esto comienza a escucharse una débil carcajada que se acrecienta y aumenta de voces; la risa de la bailarina contagia a todas las demás marionetas. Última puntada y nudo: "Ja, ja, ja... Siempre es lo mismo con esta bailarina".

Escenografía lista, marionetas listas, puerta abierta, público puntual. Don Martín saluda al público, introduce la obra y se ubica detrás del escenario dónde los asistentes no pueden verlo. Da las últimas indicaciones y choca la mano de cada una de las marionetas que actuarán hoy. Hace las veces de apuntador y sostiene las crucetas, solo las sostiene. En realidad, las marionetas tienen vida.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Ya tenía listo el traje, el escenario, el discurso, la banda sonora y el arma. Ya había iniciado el duelo y empezaba a guardar el luto. La hoguera estaba encendida para reducir a cenizas cada objeto que implicara un recuerdo. Un par de horas de silencio más y comenzaría la función. Hablaste y se vinieron abajo todos los preparativos.
En la madrugada, por fin, te volví a ver. Reconozco que tenías un aspecto un poco borroso, no es para menos, los encuentros de ese tipo están determinados por las incoherencias visuales. No me dijiste nada, no hizo falta, pude sentirlo todo. Solo te pido que no hagás con ella lo que hiciste conmigo.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Extraño

Sin ánimo de caer en narcicismo.
Esto es real, me ocurrió en el estadio llegando a la liga de tenis después de cruzar las entradas de la tribuna oriental.

- ¡Hola!
- Hola...
- ¿Soy muy atrevido si te digo que me pareces hermosa?
- Ehh... No. Gracias...
- Freud* decía que hay cosas que le producen al hombre belleza y admiración, vos me producís ambas
- (sonrisa)
- ¿Vas muy lejos?
- No, de hecho vengo acá al lado, a la liga de tenis.
- Ah si, ya llegaste.
- Ajá.
- Mucho gusto, Mauricio**
- Jennifer.
- Y qué ¿Venis mucho por acá?
- No, casi no.
- O sea que no te voy a volver a ver.
- Pues quien sabe, la vida da muchas vueltas.
- Bueno, adiós.
- Chao.
- Cuidáte mucho linda.

*mencionó otros filósofos que no recuerdo.
** no le cambié el nombre para proteger su identidad, sólo lo olvidé.

domingo, 2 de septiembre de 2007

Sombra, sombra


La sombra de Mandarina siempre se había esforzado por ser la mejor sombra de todas. En todo momento estaba pendiente de la posición de la luz para optar la forma correspondiente, se sentía cómoda con su dueña y disfrutaba cuando caminaban al aire libre.

Un día, la sombra de Mandarina comenzó a hacerse preguntas acerca de su ser, por qué no tenía color, por qué ella no podía tener también una sombra, por qué no podía quedarse en la cama un rato más mientras Mandarina se duchaba, por qué ella no sentía y por qué siempre tenía que parecer estampada.

Estas preguntas inquietaron a la sombra de Mandarina durante algunas semanas hasta que una noche decidió que no quería seguir siendo sombra. Estaba cansada de tener que ser a veces más alargada y otras más corta, de preocuparse en todo momento por las características de la luz, de ser pisada, de no poder sentir y, sobre todo, de ser oscura.

La sombra, aprovechando que Mandarina dormía y que la ciudad estaba lo suficientemente oscura para no ser percibida, se escapó por debajo de la puerta, se deslizó por las escaleras y corrió pegada del pavimento. Empezó a llover agua caliente y vió como poco a poco llegaba una luz del cielo y su figura se hacía más clara, casi transparente. Con tristeza se dió cuenta de que una vez más estaba en el piso del baño mientras Mandarina se duchaba, había sido sólo un sueño, un sueño de sombra.

La sombra de Mandarina, luego de un par de días y gracias a la sombra de Jacobo, comprendió que sólo dejaría de ser sombra el día de la muerte de su dueña después de la cremación o del entierro. En ese momento tendría la oportunidad de elegir entre ser un nuevo ser humano o una nueva sombra..

jueves, 30 de agosto de 2007

Humos y Besos (Cinco)

Ninguno de los dos se acordó de la fecha exacta, solo coincidían en que había sido cuatro meses atrás.
- "Creo que era algo con un 6" - dice Rojo tratando de hacer cálculos en su no muy preciso calendario mental
- "¿Con un 6?" - cuestiona Violeta - "No ¿No fue como un 18?"

Es claro que los números tienen poco valor, para ambos son más importantes los acontecimientos que las fechas.

- Me acuerdo muy bien. Vos tenías una pollera blanca y unas flores rosadas en la cabeza, estabas descalza y en la mano derecha cargabas el velón. Tenías los labios rojos y un pequeño mechón de pelo se te había salido del peinado...tu sonrisa, lo que más me llamó la atención fue tu sonrisa - le dice Rojo dando cuenta de su memoria fotográfica.

Violeta y Rojo se conocieron en un pueblo de clima templado durante un festival de música folcrórica. Ambos asistieron con grupos invitados de la ciudad. Ella bailaba cumbia cuando Rojo la vio por primera vez, él tocaba la tambora, porro, cuando Violeta se lamentó no bailar al ritmo de ese músico.

- La tambora, de vos me gusto fue la tambora - bromea Violeta - También me acuerdo de como estabas: pantalón blanco, camisa blanca remangada hasta los codos, sombrero vueltiao y tenis... creo que lo que más me gusto en realidad fue tu ropa - se rié haciendo un gesto de picardía.

Rojo tenía mucha habilidad para la tambora, le gustaba bastante improvisar, se divertía de manera contagiosa en el escenario y parecía himnotizado al seguir los pasos de la bailarina; Violeta llevaba el florclor en sus venas, sonreía de manera naturar porque disfrutaba del baile, del ritmo y de los tumbos de su corazón y las mariposas en su estómago al subir al escenario.

Cayó la noche en el festival y la banda anfitriona hizo su presentación. Los participantes aún tenían los trajes típicos, el parque principal del pueblo parecía una reunión de seres traidos desde la época de la esclavitud y la colonia.

- Esperé un rato largo para sacarte a bailar porque nada que te acababas ese helado - confiesa Rojo entre risas - Además estaba pendiente de que el del redoblante de tu grupo no se me adelantara -
Violeta se rie enérgicamente - ¡Si yo me estaba demorando con el helado para que él no me sacara! -

Rojo enciende un cigarrillo. Violeta está acostada sobre sus piernas en una de las bancas de un parque desierto, el viento mueve pasivamente los árboles, las lámparas emiten una tenue luz amarilla, algunas estrellan brillan con timidez, la luna ha sido ocultada por una inoportuna nube y la quebrada corre vía abajo sin hacer mucho ruido.

Esa noche, en el festival, Violeta y Rojo bailaron cumbias, porros y pasillos, improvisaron un bambuco y se inventaron un sanjuanero.

- Tengo ganas de bailar - piensa Violeta en voz alta
- Pues entonces bailemos - responde Rojo. Le da un beso, se icorpora y le extende la mano.
Violeta la toma, se abrazan. Rojo tararea y Violeta intenta silbar.

Se balancean de manera suave, impulsados por el viento, acompañados por los árboles, regidos por la luna.

Sueño

Vámonos a caminar por el arcoiris y a comernos las nubes, no olvidés los lentes oscuros y la leche condensada.
Vámonos a volar sobre los mangos y a correr entre las flores, no olvidés la sal, el limón y la regadera.
Vámonos a nadar en la laguna y a dormir bajo la cascada, no olvidés el gorro de baño y la cobija.
Vámonos a recoger hojas secas y a llenar tarros de luciérnagas, no olvidés la lupa y, por supuesto, los tarros.
Vámonos a montar en cometa, nos turnaremos el timón, no olvidés la pita y las bolsas para el mareo.
Vámonos a visitar a las estrellas, no olvidés... nada, cuando despertés, no olvidés nada.

domingo, 19 de agosto de 2007

Humo y Besos (Cuatro)

Violeta camina sin poner mucha atención a lo que hay a su alrededor. En su mano derecha lleva un cigarrillo sin encender y en su bolsillo la candela aguarda para ser utilizada. La única preocupación de Violeta es esa, el cigarrillo que baila en su mano. Nunca ha fumado y aún piensa si de verdad quiere hacerlo. Durante los últimos días no se ha sentido bien y considera que tal vez algo nuevo le ayude a disipar muchas de sus preocupaciones.

Calcula, una y otra vez, la manera de encenderlo. Ha visto el procedimiento mil veces, además Rojo es todo un maestro, pero no tiene la confianza suficiente para hacerlo y decide postergar paso tras paso el ritual de iniciación. Siente las miradas inquisidoras de la gente y cree verse ella misma como alguien que realiza una terapia para dejar de fumar pues el cigarrillo se pasea nerviosamente por los dedos de su mano y, si se mira con atención, se puede percibir el temblor. No es delirium tremens, solo físico miedo ¿a qué? Se pregunta también Violeta, una educación como la suya deja un incalculable miedo a transgredir las reglas, he ahí la respuesta.

Todavía falta un tramo para llegar al lugar acordado. Algunas goteras empiezan a caer y una da justo en el cigarrillo aún apagado de Violeta. "Bueno, pues llegó la hora" piensa. Con lentitud saca la candela, desliza el regulador de - a + y mueve la rueda que da libertad a la llama, la acerca a la punta del cigarrillo y aspira. No es una sensación agradable y para colmo aparece una molestia en la garganta. Se siente un poco culpable, solo puede imaginarse sus pulmones recibiendo un aire extraño. Se preocupa demasiado por sus pulmones, además para su oficio de bailarina los necesita lo más puros posible.

Respira profundo y se acerca de nuevo el cigarrillo, que reposa entre el dedo índice y el anular, a su boca "No sé por qué a la gente le gusta esto" piensa un poco desilusionada. El cigarrillo se cosume con rapidez y Violeta no puede evitar, y no sabe por qué, sentir pena de su acto. "Da igual, ya me lo fumé", presiona el filtro contra un muro y desecha la colilla en una deforme basura naranja que se sostiene de un poste.

Rojo espera sentado en lo que queda de un árbol talado. Mira las piruetas de quienes esperan ganar algunas monedas al ritmo de la luz roja del semáforo. Reconoce a Violeta a la distancia y por costumbre piensa en botar la colilla del cigarrillo, fue una reacción tonta, no estaba fumando.

Sonrieron y se dieron un beso lento y apasionado, ni muy largo ni muy corto.
- ¿Fumaste?
Pregunta Rojo aún sabiendo de antemano la respuesta.
Violeta no pronuncia ninguna palabra, mira a otro lado y deja escapar una sonrisa de culpable.
- ¿Por qué?
Indaga Rojo
- Créo que lo necesitaba...
- ¿Y eso?
- No, no. Después hablamos de eso, igual ni me gustó. Mejor abrazáme que te he extrañado un montón.
Rojo sonríe con algo de preocupación en su rostro. Abraza con vigor a Violeta y le da un beso en el cuello que la hace estremecer y soltar una carcajada.

La lluvia nunca prosperó, el viento logró llevarse lejos la nube gris que se había posado sobre la ciudad. Rojo y Violeta se tomaron de la mano y caminaron unas cuantas cuadras hasta llegar a un sitio donde la cerveza es barata y el limón y la sal tienen la medida exacta para conformar la bebida favorita de Violeta.

- No sabés cuánto necesitaba esto - Afirma Violeta mirando con placidez la fría cerveza con sal y limón.
- Creo que si lo sé, yo también - Contestó Rojo después de un trago largo de la misma sustancia.
- También tu compañía - Agrega Violeta.
Rojo prefiere que sus palabras sean algo menos volátil, por eso se acerca a darle un beso que deja en claro que también la ha extrañado.

Después de un par de cervezas abandonan el lugar, tomados de la mano deciden seguir el camino de la quebrada y recordar el día en que se conocieron...

Alas Rotas

Camino por la calle sin ninguna prisa. No me detengo a mirar a nadie pero la gente sí se toma su tiempo para tratar de asimilar lo que su cerebro, por medio de sus ojos, les muestra; el problema es que son sus creencias las que les impiden convencerse. Las lágrimas negras que se deslizan por mis mejillas y las alas que arrastro parecen ser elementos de un cuadro no muy común en las historias de transeúntes. Mis pies están descalzos y pasan despreocupados por los charcos que se han formado sobre el asfalto. Mi traje blanco dejó de tener su color original, parece que el gris de las nubes se le ha impregnado. Me duelen las alas, están sangrando y no tengo la fuerza suficiente para tratar de volar o, como mínimo, para llevarlas en alto y evitar que sigan dejando ese río de sangre en el suelo. Las lágrimas siguen fluyendo, por momentos veo todo negro pues logran acumularse en mis ojos, aún así no me detengo. Del ojo derecho brotan lágrimas de desilución y de rebeldía; del izquierdo, de dolor y de furia. Me duele el corazón, por más que digan que el corazón no duele, lo siento arrugado y eso duele. Su palpitar es lento y cada vez se hace más imperceptible. Creo que él también ha empezado a sangrar.

No puedo caminar más. Ya no tengo consciencia del dolor. La sangre ha dejado de fluír, tal vez ya se acabó. Las lágrimas salen sin color, ya no están cargadas de motivos ni de emociones, en cualquier momento se acabarán también. No sé dónde estoy pero parece un bonito lugar para morir, la ciudad con su contaminación ha quedado atrás. Me veo rodeada de un amplio campo verde (realmente no sé si sea verdad, es posible que ya haya empezado a divagar), no recuerdo haber percibido el momento en que la lluvia cesó y ahora el ambiente se torna cálido (lo digo por lo que veo, ya ni siquiera siento). Me acuesto boca abajo para que mis alas puedan recibir los tímidos rayos de sol que se asoman; noto algo raro en mi pecho, creo que ya no tengo corazón, ¡que lástima! como me gustaba escuchar sus latidos. Cierro los ojos, me gusta esa oscuridad. Espero caer en una inconciencia profunda y deseo no volver a despertar.

viernes, 17 de agosto de 2007

...

No me mirés con esa boca ni me hables con los ojos,
no me olás con los oídos ni me escuhés con tu nariz,
no me decifrés con el tacto.

No tolero que lo más coherente sea que tu piel entre por mis poros.

Me gustan tus escritos que leo con mis oídos y tu sabor que percibo con mis ojos,
tus intenciones que llegan a mi boca, tus sentimientos que se mezclan en mi nariz
y tus besos que saboreo con mi tacto.

No tolero que en mi fotografía seas el punto de referencia y aun así en el libreto aparezca que debés morir.

martes, 7 de agosto de 2007

Pasos

No queda más que dar pasos, pasos sin fumbo fijo, pasos hacia la nada.

Pasos, pero que no sea en círculo, que no se nos convierta en algo vicioso.

Yo tengo que dar pasos y vos también, no los tenés que dar conmigo ni mucho menos al mismo ritmo.

Se vale ir en puntillas, a grandes zancadas o incluso saltando. Correr, sólo pequeños tramos. Parar, sólo algunos segundos.
Se vale dar pasos hacia atrás pero sin deshacer los anteriores.

Hay que dar pasos y disfrutar del panorama. Dar pasos y cantar, dar pasos y hablar, dar pasos y reír, dar pasos y llorar...¡Claro! ¿Pensaste acaso que era un asunto de zombies?

Lo que queda es dar pasos, a veces es bueno dar pasos solo pero otras es mejor dar pasos en compañía. Dar pasos no requiere de las manos cuando éstas pretenden ser ataduras pero son un buen complemento cuando su labor es dar fortaleza.

Dar pasos y embriagarse, embriagarse de la vida, del sol, del viento, de la lluvia. Dar pasos, disfrutar las superficies y cuidarse de no pisar las flores...ni la mierda.

Dar pasos buscando no colapsar, sólo pequeños choques, sólo algunos roces.

Dar pasos y guiarse por las estrellas, por el instinto, por el ocaso.

Dar pasos y llegar, o no hacerlo... igual no se sabe para dónde van los pasos.

martes, 31 de julio de 2007

Para la Pielroja

Con el ánimo de revivir


Seré sincera: no sé que decir, pero no te preocupes, tendré todo el tiempo del mundo para escuchar.


Por ahora te regalo un arcoiris:


Amarillo: Para que la alegría nunca deje de brillar aún en los días nublados, para que florezcan los girasoles y las margaritas

Naranja: Para avivar el fuego, para vivir con pasión, para mantener la energía, para disfrutar de un atardecer

Rojo: Para sentir como la sangre corre por las venas y como late el corazón, para fumarse un Pielroja y disfrutar de unas dulces fresas

Verde: Para vivir con la naturaleza, para estar a la sombra de los árboles y respirar aire puro

Azul: Para pasar el tiempo mirando el cielo y para perderse en el mar

Índigo: Para permitirse dudar entre el violeta y el azul, para no ser lo uno ni lo otro, para oscilar en opciones

Violeta: Para ser auténtico, para ser real y a la vez volverse espectro, para soñar y para vivir

domingo, 29 de julio de 2007

Humo y Besos (3)

"Verde, amarillo y rojo". Gondwana

Violeta sale a caminar. No lleva reloj, no lleva teléfono, no lleva música, sólo unas pocas monedas y las llaves de su casa. Hoy decidió no preocuparse por el tiempo, no ser localizada y no poner una barrera entre las voces en su cabeza y los ruidos de la ciudad.

Camina sin afán pero siempre al mismo ritmo, no le molesta el sol de las 11 de la mañana ni la inesperada brisa que le desordena los rizos, es más, le parecen el complemento perfecto para el reggae que suena en su interior - "equilibrio en lo creado, ya al maite ha iluminado, solo igual a la certeza, mi corazón late por tí" -. Se hace la sorda ante los incómodos halagos de algunos transeúntes, repasa el camino a recorrer, observa todo el panorama y no puede evitar fruncir el ceño y sentir una inmensa rabia al verse envuelta en una que otra nube de contaminación.

Desde hace más o menos tres días que Violeta no sabe nada de Rojo ni Rojo de Violeta. Han tenido cosas que hacer pero ese no es el motivo principal, ambos decidieron que su relación no debería depender de la tecnología. No hablan por teléfono y mucho menos se encuentran en Internet, han revivido la época epistolar.

Esta mañana Rojo, que no vive ni muy lejos ni muy cerca de Violeta, fue a dejarle una carta que deslizó suavemente bajo la puerta de su casa. Un sobre blanco con un "Violeta" en el centro, escrito a mano con cuidado. En su interior había una hoja igualmente blanca e igualmente escrita a mano con cuidado: "Te espero en el parque del 1 de aBril cuando el sol esté en el punto más alto. Te Quiero. Rojo".

- ¿Parque del 1 de aBril? - se preguntó Violeta al leer la nota. - Estás loco, Rojo - dijo suspirando, en realidad no conocía ese parque.

Violeta camina preguntándose una y otra vez si se dirije al lugar correcto. Está segura que en la ciudad no existe un parque llamado 1 de aBril...

- "Verde, amarillo y rojo" - canta Violeta mientras espera que cambie el semáforo para poder cruzar. Ha hecho cálculos y no conoció a Rojo en abril, ni siquiera ha pasado un abril. Piensa en los parques dónde ha estado con Rojo, son tres en total pero descarta uno por ser "el lugar de siempre"; recuerda que en otro de los parques hicieron figuras de plastilina y elevaron cometa pero eso no tiene ninguna relación con 1 de aBril, y en el otro... - En el otro ¿Que pasó en el otro? - piensa Violeta en voz alta. Camina por inercia al ver la luz verde para peatones. De repente sonríe y se lleva una mano a la cara - ¡Pues claro! - exclama. Sí se dirije al parque correcto, al sitio dónde en una fogata bajos las estrellas Violeta y Rojo se dieron el primer beso, sabor masmelo.

El sol en el punto más alto, el parque desolado - "Equilibrio en lo creado, ya al maite ha iluminado, solo igual a la certeza, mi espíritu vive por tí" - la canción, que aún suena en la mente de Violeta, se mezcla con una cadena de sensaciones: decepción, angustia, ansiedad, tristeza, expectativa, espera, resignación... Violeta opta por sentarse en un columpio a la sombra de un mango, se mece con la cabeza hacia atrás mirando al cielo, disfruta del azul y se imagina la suave textura de las nubes.

Rojo se acerca sigilosamente, Violeta está ensimismada viendo jugar a una pareja de labradores cachorros, con la mano que tiene libre Rojo le cubre los ojos. Violeta se estremece pero luego suelta un suspiro de alivio.
- Afortunadamente conozco tu olor -
- Afortunadamente no huelo mal -
- Eso creés vos -
- Eso creés vos - repitió Rojo tratando de hablar como una niña.
Soltaron una risa
- No abrás los ojos - le dijo a Violeta mientras la ayudaba a parar del columpio.
Rojo descargó lo que llevaba en la otra mano y abrazó a Violeta. Un abrazo de reencuentro, de saludo, de despedida, de felicitación, de tristeza, de alegría ... un abrazo que se prolongó durante varios segundos.

- ¿Ya puedo ver? - preguntó ansiosa Violeta.
Rojo levantó la carga y se paró delante de ella.
- Sí - dijo.

Tres girasoles y una pequeña caja envuelta en un colorido papel.

Violeta abrió los ojos y sonrió ampliamente - Ay nooo, por qué sos así- dijo.
- Por vos - alcanzó a decir Rojo antes de que Violeta lo hiciera callar con uno de esos besos que hacen mover el suelo.

Se sentaron en el pasto a la sombra del mango, Violeta desenvolvía la caja con paciencia a pesar de sentir unas ganas inmensas de romper el papel. Rojo la miraba con ternura mientras encendía un cigarillo.

- Rompélo - le dijo, la conocía muy bien.
- No, está demasiado bonito -

- "Verde, amarillo, y rojo" - cantó Violeta al remover todo el papel. Miró a Rojo, frotó sus manos y se dispuso a levantar la tapa de la caja.

Doce fresas cubiertas con chocolate.

- ¡Aaaaahhhh que ricooo! - gritó Violeta, le encantaban las fresas y amaba el chocolate.
Rojo soltó una carcajada y se ahogó con el humo del cigarrillo, era imposible no contagiarse de esa euforia.

- Me encanta... me encantás - dijo Rojo para sí mientras ambos se comían la primera fresa con una inmensa satisfacción.

- "Eres mi estrella que brilla en el cielo" - cantó Rojo

Tarde de reencuentro, de humo y besos de fresa con chocolate.

martes, 24 de julio de 2007

Humo y Besos (2)

A Besos

Rojo estaba sentado viendo caer la lluvia, le gustaban mucho los días fríos. Fumaba de manera paciente mientras esperaba ver llegar a Violeta, aunque no habían fijado ninguna cita.

Violeta caminaba lentamente bajo la lluvia mientras las gotas la mojaban sin cesar, le importaba muy poco terminar empapada y que al secarse su pelo tuviera más afro de lo normal. Nunca salía con sombrilla y pocas veces, como hoy, se ponía suéter. Disfrutaba de un granizado de café y se sentía feliz, a ella tambíen le encantaban los días fríos.

A lo lejos Violeta pudo distinguir aquella silueta humeante, esbozó una sonrisa y se convenció una vez más de que la telepatía existe.

Rojo sintió la presencia esperada y le bastó con girar su cabeza para confirmar que no se había imaginado esa sensación. Violeta venía caminando hacia él, tenía los rizos mojados y en sus manos cargaba un vaso de icopor, - Seguro que es granizado - pensó y le devolvió una tímida sonrisa. Rojo se convenció una vez más de que el destino tiene toda la culpa.

Violeta se sentó al lado de Rojo y le dio un beso de esos que hacen estremecer, Rojo la rodeó con sus brazos sin darle importancia a lo mojada que estaba. Ninguno de los dos estaba elocuente pero para qué hablar si les bastaba con estar allí.

Rojo se quitó la chaqueta y se la brindó a Violeta, quien se la puso rapidamente para no dejar escapar ni un poquito de calor. La miró a los ojos y suavemente le acarició el rostro y le apartó los mechones que aún goteaban, con el dorso de la mando le tomó la temperatura de la nariz y como estaba helada se acercó a darle un beso.

Violeta sonrió y sorbió por última vez el granizado, le pasó el vaso a Rojo y el se encargó de quitarle el color y el sabor al hielo restante.

Se pusieron de pies, se tomaron de la mano y se fueron saltando en cada uno de los charcos, parando de vez en cuando a darse un beso en medio del agua que aún caía y de aquella que se empezaba a evaporar.

Fantasma

No, no me asustes. Si lo vas a hacer mejor que sea cuando esté acompañada.
Si me vas a susurrar no me digas palabras frías.
Si te veo, no te desaparezcas...

lunes, 23 de julio de 2007

Humo y Besos (1)

- ¡Ya sabés que no me gusta que fumés sobre mi!
Exclamó Violeta mientras con sus manos trataba de apartar el humo que salía de la boca de Rojo.
- Pero mirá que belleza, está finamente envuelto en una hoja de tabaco...
- En una hoja de tabaco o en una hoja de papel, dá igual, no me gusta el humo.

Ambos estaban sentados en el suelo, recostados contra un muro observando el cielo. Después del reclamo de Violeta la reacción de Rojo fue sentarse de tal manera que el viento se llevara su humo lejos de ella.

- Te queda lindo el atardecer, podría quedarme mirándote hasta que oscurezca y sé que aún así no dejarías de ser hermosa.

Las palabras de Rojo eran más que sinceras, los rizos de Violeta volaban libremente al ritmo de la brisa y sus ojos miel se veían más claros y brillantes.
Las mejillas de Violeta siempre reaccionaban cuando Rojo le decía palabras bonitas, y a él eso le encantaba.

- A vos te encanta hacerme sonrojar...
- Y a vos te encanta que te haga sonrojar...

Violeta se acostó en el suelo y Rojo, después de botar la colilla del cigarro, se acostó a su lado. Ambos se abrazaron y se miraron a los ojos durante largo rato. A Rojo le encantaban los ojos miel de Violeta y a ella le encantaban los ojos oscuros de Rojo.

Ambos sonrieron, era imposible ocultar el amor que sentían el uno por el otro. En un movimiento sincronizado ambos cerraron los ojos y acercaron sus labios muy lentamente, respiraban profundo y podían sentir el latido de sus corazones; a Violeta le gustaban los besos de Rojo porque eran inesperados, a Rojo le gustaban los besos de Violeta porque eran delicados.

- Me gusta tu olor - dijo Rojo aspirando profundo
- Me gustan tus besos - dijo Violeta atrapando una vez más los labios de Rojo. - Lástima que sepan a cigarrillo - añadió.
- Envuelto finamente en una hoja de tabaco - respondió.

domingo, 22 de julio de 2007

Corazón Aventurero

Porque tengo un corazón aventurero puedo decir que indecisión es el rótulo que me persigue,
que "no sé" es la expresión que más utilizo cuando de asuntos personales se trata,
que hoy me gustas tú y mañana ya lo estoy dudando,
que hoy puedo aferrarme hasta el dolor y mañana solo pensar en volar...

Porque tengo un corazón aventurero puedo decir que mi espíritu sueña con nuevos horizontes pero vive fascinado con lo circundante,
que hoy puedo anhelar un rinoceronte pero mañana ya será un elefante,
que hoy puedo decir aire y mañana gritar fuego,
que hoy puedo pintarme como un óleo y mañana despertarme como una acuarela...

Porque tengo corazón aventurero sé que hoy seré una rosa y mañana giraré con el sol,
que hoy solo escucharé vientos pero mañana preferiré cuerdas,
que hoy hablaré y mañana simplemente callaré,
que hoy disfrutaré de tu olor pero mañana buscaré otra esencia...

Porque tengo corazón aventurero se que hoy querré llorar y mañana reír a carcajadas,
que hoy esperaré por ti pero mañana fingiré haberte olvidado,
que hoy veo azul con tonos púrpura y mañana será amarillo con tonos naranja,
que hoy quiero abrigo pero mañana me dejaré estremecer por el frío,
que hoy soy toda razón pero mañana seré puro sentimiento...

Porque tengo corazón aventurero puedo decir que me gusta lo duradero pero también disfruto de lo fugaz,
que hoy espero sólo estrellas y mañana sólo luna,
que hoy son fresas con crema y mañana limón y sal,
que hoy te busco pero mañana espero que me encuentres,
que hoy seré una corista pero mañana la voz principal...

Porque tengo corazón aventurero puedo decir que hoy soy yeso, mañana arcilla y después plastilina,
que hoy son blanca, mañana negra y luego corchea,
que hoy soy café, mañana chocolate y luego arequipe,
que hoy soy caricatura, mañana retrato y luego fotografía,
que hoy seré huevo, mañana pichón y luego simplemente alas...

Porque tengo corazón aventurero aún dudo si existe un complemento.

viernes, 22 de junio de 2007

Quiero que seas...

Quiero que seas mi hoja en blanco,
la sombra en el pavimento,
el árbol florecido,
la cama blanda y la cobija caliente,
la canción interminable,
el libro sin pausas,
el día gris y el soleado,
la noche estrellada,
la luna llena,
el suelo mojado,
la fruta fresca,
el helado blando,
el chocolate espumoso...

Quiero que seas la medicina,
la enfermedad,
el insomnio,
el sueño,
el dolor,
la alegría,
las contraindicaciones,
los antecedentes,
los efectos secundarios,
la recuperación,
la cura...

Quiero que seas la aventura,
las alas,
el riesgo,
la rebeldía,
la euforia,
la dulzura,
la libertad
la magia... el amor.

lunes, 7 de mayo de 2007

En un día existencial

¿Quién no ha experimento lo que se siente en un día existencial o, como diría Jean Paul Sartre, un día de Naúsea?
No sé si yo sea muy escéptica pero realmente no creo que alguien medianamente humano no haya experimentado, al menos una, de estas sensaciones:

- Nada sabe a lo que debería saber, nada huele a lo que debería oler y nada es lo que debería ser.
- El inconformismo ante lo que se hace o deja de hacer transpasa los límites del margen de error.
- Se está pero a la vez no y nunca se sabe dónde.
- Nada gusta, no gusta nada.
- Nada encaja en su lugar, o es más grande o es más pequeño.
- No se termina nada de lo que se empieza ni se empieza algo que se debiera terminar.
- La musicalización se torna melancólica; hace mella en los anhelos.
- Las ausencias se hacen más profundas y las presencias se ausentan.
- Las malas sensaciones se hacen más tangibles.
- Se busca algo, no se sabe que, pero pocas veces se encuentra.
- Se espera a alguien, no se sabe a quien, pero no siempre llega.
- Se espera un abrazo sincero pero no se pide.
- Se llama a alguien pero no pasa de ser una llamada telepática.
- Todo, absolutamente todo, se percibe con cierto sentimentalismo.
- No dan ganas de hacer nada pero nada nada.
- Las cosas parecen demasiado obvias, demasiado estúpidas o demasiado abstractas.

Tal vez un día existencial no sea nada agradable pero a la vez es el día en que nos sentimos completamente humanos.

sábado, 28 de abril de 2007

Al niño que llevamos dentro


"Decididamente, las personas mayores son muy extrañas".

El Principito,
Antoine de Saint-Exupéry


Realmente no sé si en mi interior sea niño o niña, creo que he sido de los dos.

A veces disfrutaba de las muñecas, de los vestidos y de los juegos de té, pero otras me moría por los carros a control remoto, el fútbol y las caricaturas. Qué más que hacer un homenaje a nuestra propia infancia a propósito del 29 de abril.

No hay cosa más bonita que la infancia: vivir sin preocupaciones, crecer sin prejuicios, ignorar las reglas, decir lo que se piensa, disfrutarlo todo, reír por nada...

Mi infancia la recuerdo con alegría. No puedo evitar sonreír al pensar en las mil una veces en que llegué a la casa con la sudadera de la guardería rota en las rodillas, en el disfraz de calabaza que parecía un tomate, en el algodón de azucar gigante, en las travesuras, en lo mucho que me gustaba esconderme y asustar a mi hermanita, en los juegos que implicaban ponerse la ropa de la mamá o los zapatos del papá, en la bañana "en bola" en los paseos de olla, en las compotas que odiaba, en Carrusel de la Américas, el Chavo, Hechizada, Barny, Los Supercampeones, Los Picapiedra, Los Supersónicos, en las caricaturas japonesas y en todas las series de los canales nacionales como Tentaciones, Dejémonos de Vainas, Todos en la Cama, Conjunto Cerrado, etc. En el súper nintendo y Mario Bross, en el computador y Prince, en los libros de la serie Escalofríos, en los LP de canciones infantiles, el caset de Xiomi y el de Verano Eterno. En los sábados y domingos de deporte.

Como olvidar la ansiedad que me producía la llegada del cumpleaños, de la navidad, del día de los brujitos y de los paseos. La felicidad de recibir un regalo, de cambiar de disfraz, de pedirle al Niño Dios y de jugar con la arena en la playa.

Los culumpios, el mataculín, el "lizadero", el Parque Norte (parque de diversiones), la "ciudad de hierro", las casas embrujadas que me producían (y me producen) pavor, los títeres, el circo, la rueda de Chicago, los juegos de monedas, la golosa, el lazo, el Stop, el ponchado, las canicas, la "cucha cogida"* en todas sus expresiones (mantequilla, congelada, color, televisión, puente), el escondidijo, el "puente quebrado".

Los súper héroes y la famosa Liga de la Justicia: Batman, Superman, La Mujer Maravilla, Linterna Verde, Flash y Aquaman.

Los libros para colorear y las caricaturas ilustradas.

Las montadas gratis en transporte público porque se pasaba por encima o por debajo de la registradora.

La vuelta a la manzana en bicicleta o en patines.

Las marcadas a cualquier número de teléfono y, obviamente, las colgadas (hasta que aparecieron los identificadores).

La indiferencia que me producía la manera en que me vestían o me peinaban, lo chistoso de las medias veladas y las aburridas idas a misa.

Tantas cosas que recordar...

Aunque estoy a casi un mes de cumplir 18 años reconozco que no he dejado muchas manías infantiles: a veces hago pucheros, hablo mimado, no entiendo a los adultos, celebro cualquier cosa, veo todo muy fácil y, mi favorita, me gusta disfrutarlo todo.

He identificado en mí muchos comportamientos propios de, como diría el Principito, las personas mayores, sin embargo hago todo lo posible por no dejar de lado mi niñez interior.

Me preocupa y a veces hasta me alarma el ver cómo las generaciones "modernas" no disfrutan tanto su niñez, son precocez, omiten algunas etapas, crecen con vacíos afectivos, tienen una concepción artificial del mundo y, como alguna vez leí o alguien dijo (no me acuerdo bien), "nacen siendo adultos pequeños" y ese sí que es un problema.

Al niño o niña que todos llevamos dentro quiero decirle que nunca crezca, que nunca dejer de ver el mundo con sus ojos soñadores, que nunca deje de preocuparse por los otros y nunca deje de expresar lo que siente; que haga que la persona en la que habita no "madure" del todo para que, cuando más lo necesite, tenga la capacidad de ver la vida con ojos de niño.


*juego infantil que consiste en que un niño corre tras los demás hasta tocarlos, cada juego "chucha" (manequilla, color, televisión...) tiene reglas diferentes para "salvarse" de ser eliminado.

jueves, 29 de marzo de 2007

Cosas que se les olvida a los conductores de buses y busetas

El transporte público y, particularmente, la manera de conducir de quienes están al volante de buses y busetas ha sido la causa, en más de una ocasión, de quejas, refunfuños, malacaras y hasta "madreadas" de quienes diariamente utilizan este servicio para movilizarse.

Los conductores tienen características peculiares que son perceptibles para quienes suben a sus vehículos: el que siempre saluda, el que nunca responde las gracias , el que no devuelve cien pesos, el que siempre saluda al del bus de al lado, el que maneja con los billetes en la mano, el que siempre le compra al ventero ambulante y hasta el que nunca permite que los "cacharreros" se le suban al bus... Lastimosamente la mayoría de ellos, con sus cosas buenas y malas, terminan siendo estigmatizados por una generalización: manejan como unas bestias.

Esta generalización, a mi parecer, se da por algunos detalles que se les olvidan:


  • Los pasajeros son personas, no objetos inanimados ni seres insensibles.
  • En las curvas no se acelera.
  • A la hora de frenar no hay que hacerlo abruptamente.
  • Los vehículos tienen un límite de capacidad.
  • Hay personas que van de pie y los movimientos bruscos pueden hacerles perder el equilibrio.
  • Las personas tocan el timbre para bajarse en ese instante no en el barrio que sigue.
  • Los "policías acostados" se pasan despacio.
  • Cuando se instalan registradoras que no se devuelven se dificulta la circulación dentro del vehículo y se pone en riesgo la seguridad en caso de accidente.

***

Un día cuando iba para la Universidad, con el tiempo preciso como siempre, le puse la mano a un micro bus y lastimosamente vi como el "copiloto" salía por la ventana y me decía: "Venga le recibo mona pa' que se suba por la de atrás". Entregué el pasaje, exactico para evitar demoras, y me dirigí rapidamente a abordar el vehículo. Mi lugar fue en en las escaleras detras del último par de sillas.

A medida que avanzaba el micro bus los pasajeros mirabamos con preocupación como por cada persona que se bajaba se subían otras tres. Quienes iban de pies en el corredor apenas podían sostenerse en las curvas y cada que el conductor aceleraba se agarraban con más fuerza porque sabían que en cualquier momento la frenada iba a ser algo complicado.

Casi diez minutos después de haberme subido comencé a detallar a los pasajeros y me di cuenta que quienes iban de pies luchando por conservar el equilibrio aparentaban no tener menos de 50 años, mientras que los que viajaban más cómodos en los asientos no tenían más de 30.

Cuando por fín llegué a mi lugar de destino (medio recorrido hacia la "U") me bajé con una mezcla de emocionos: alivio, mal genio, indignación y alegría (¿cómo no alegrarme después de semejante recorrido?). Inmeditamente saqué un lapicero, anoté la placa del carro y cuando me dirgía a escribir el teléfono de "¿Cómo conduzo?" ya había cambiado el semáforo y el micro bus, junto con el teléfono, ya estaban fuera de mi campo de visión.

Me quedé con una espina y con dos dudas: ¿esos teléfonos si funcionarán?¿La gente si llama?

miércoles, 14 de marzo de 2007

Escrito acerca de la sintaxis de la película Amores Perros

¿Cuántas vidas cambia un solo momento?

“Una película excitante de intensas emociones sobre la redención y sobre la vulnerable y compleja experiencia humana”.
http://movies.filmax.com/amoresperros


En la película Amores Perros, dirigida por Alejandro González Iñarritu y producida por Altavista Films y Zeta Films, se establecen tres historias diferentes que se entrecruzan a medida que se va desarrollando cada una de ellas: “Octavio y Susana”, “Daniel y Valeria”, “el Chivo y Maru”.

La primera escena, una tensionante persecución que termina en un terrible accidente, se convierte en el punto de convergencia de las historias propuestas. Octavio, quien maneja a toda velocidad para alejarse de sus perseguidores y tratar de salvar a su perro Cofi, impacta el carro de Valentina, quien acaba de salir de la casa en la que vive con Daniel; el Chivo se encuentra en la misma calle planeando un asesinato, pero al momento del choque acude a ayudar a las víctimas y termina llevándose y curando a Cofi, quien luego se convertirá en la imagen de su propio ser y lo llevará al cambio.

Durante la película se intercalan las escenas de cada historia, inicia con un ciclo de imágenes: Octavio y Susana – el Chivo y Maru – Octavio y Susana – Daniel y Valeria – Octavio y Susana. El ciclo demuestra como las escenas de Octavio y Susana son más frecuentes durante los primeros minutos sin olvidar los otros dos relatos; luego continúa la historia de Daniel y Valeria y se intercalan las escenas con las de el Chivo y Maru. En este segundo momento se da más duración a las escenas de Daniel y Valeria porque, por decirlo así, es el “relato de turno”.

El filme no maneja una estructura lineal en toda su estructura sino que la linealidad la deja para las historias en particular, salvo al inicio.

Un detalle para destacar es la manera en que se conectan las historias. No se evidencia una relación directa entre personajes, la unión se realiza a través de símbolos, a veces notables y otras sutiles, como imágenes, momentos, lugares y objetos. Durante el desarrollo de una historia en particular se pueden mostrar detalles de otro relato que no habían sido revelados.

Los perros son una constante en la historia. Al hacer una analogía entre el título de la producción y los “roles” desempeñados por estos animales pueden resultar apreciaciones como: el amor que hace sufrir y causa daños irreparables, el amor olvidado que se dedica a una vida vagabunda junto con otros amores olvidados, el amor que se hace obsesión pero tarde o temprano termina “bajo el suelo” y el amor que tras una profunda herida vuelve a encontrar una oportunidad.

Los personajes de las tres historias están marcados por el dolor, el sufrimiento y la desdicha, y tenuemente iluminados por un amor que palpita con debilidad.

Una cotidianidad familiar ambienta las historias. El espectador puede identificar con facilidad algunas coincidencias en su vida diaria y a la vez adoptar una postura de cuestionamiento hacia cómo puede estar relacionado con un desconocido y cómo sus acciones pueden repercutir en la existencia de otras personas.

Momentos cortos pueden cambiar el rumbo de lo que se ha vivido.

martes, 20 de febrero de 2007

Ejercicio utilizando (.) (,) (:) (...)

Domingo en la tarde sin mi abuela

Querida abuela:

Hoy es domingo en la tarde, la ciudad está tranquila: poco queda del caos semanal.

Quienes aman el deporte han madrugado con una fuerza de voluntad envidiable y ahora descansan. Las amas de casa se han dado el lujo de no cocinar y ahora comen en algún restaurante. Los fanáticos del fútbol están en el estadio o frente a sus televisores. Quienes salieron a pasear preparan su regreso. Los estudiantes comienzan a sentir la terrible y típica sensación del rápido paso del fin de semana. Yo, pienso en vos...

La invasión de tu casa cada domingo y lo que ésta implicaba no es fácil de olvidar: la llegada de cada una de tus hijas con sus hijos y nietos, la instalación del equipo de sonido en la terraza, la preparación del “algo” y de la comida, la canasta de cervezas y la media de ron, la armada de la carpa para el sol, los disfraces y las imitaciones, los bailes exagerados y los chistes repetidos, los vecinos infiltrados y las visitas inesperadas, tus nietos pretendiendo cocinar, las fotos “in fraganti”, las carcajadas... tu alegría.

Es difícil asociar tu imagen de aquellos días a la que adquiriste unos meses después: frágil, triste, enferma... moribunda. No fue fácil comenzar un nuevo año sin vos, ni mucho menos disfrutar la algarabía de un 31 de diciembre sabiendo que yacías fría en un ataúd.

Aún se me llenan los ojos de lágrimas los domingos en la tarde cuando me encuentro acostada en mi cama y sé que no iré a visitarte. Trato de pensar con qué reemplazar el espacio: una ida a hacer deporte, una película en casa ajena o incluso en el cine, una “tardiada” con los amigos en algún parque, un partido de fútbol en el estadio, una clase de conducción dictada por mi mamá, un paseo de olla... o simplemente una tranquila lectura en casa.
Hoy es domingo en la tarde, la ciudad está tranquila. Sólo me queda decirte: te extraño.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Autobiografía

“Sólo quiero ser diferente a las demás”


La timidez era la excusa. La terquedad se convirtió en la evolución de dicho pretexto. La rebeldía fue la conclusión.

Llegó al mundo antes de la fecha prevista. Nunca disfrutó de la leche materna, no se creyó el cuento de Popeye y las espinacas. Cuando le daban crema de zanahoria prefería mezclarla con el jugo y decirle a su mamá que probara lo maluca que estaba. Siempre llegaba de la guardería con la sudadera rota en las rodillas. No le gustaba salir a jugar, prefería sentarse en el balcón a mirar el cielo y perderse en sus pensamientos o sentarse en un cómodo sofá a leer Escalofríos. Pensaba que en muchas ocasiones hablar era innecesario. Creció con el sueño de tener un perro, aún ahora lo sigue soñando.

Su nombre es Jennifer Argaez Urrego, nació el 10 de junio de 1989. Se declara “orgullosamente paisa” aunque confiesa que en un principio no le gustaban los fríjoles; ahora dice que se come toda la “bandejita pero sin chicharrón”.

De pequeña disfrutaba los deportes y actividades en que su papá la inscribía. Natación, patinaje, gimnasia, baloncesto y tenis de campo hicieron parte de su lista. Finalmente, después de terminar los niveles básicos, se dedicó en su tiempo libre al deporte blanco y a otras actividades como las clases de inglés y las de pintura.

En los primeros años de colegio las profesoras la denominaban como una estudiante atenta, muy callada y poco sociable. Reconocían que era una alumna excelente aunque nunca hacía las tareas de religión sobre el evangelio del domingo: “No me llevaban a misa y yo tampoco me quejaba, en realidad ni me gustaba”, dice ella al recordar las notas de “no hizo la tarea” que debía hacer firmar por sus papás.

Fue creciendo y su carácter observador se tornó desafiante. Le mandaban hacer una cosa pero resultaba con otra diferente. Parecía en una etapa de terquedad juvenil; en realidad era la simple muestra de un rechazo hacia las órdenes. Se sentía débil para contestar algún regaño porque al primer intento de modular palabra sus ojos se llenaban de lágrimas, odiaba que la vieran llorar. Prefería demostrar su carácter con hechos. Una de sus mayores satisfacciones fue hacerse merecedora de la excelencia académica en un año durante el cual viajaba a otras ciudades, cada quince días, para participar en torneos de tenis de campo.

Por ser géminis, el horóscopo la define como cambiante y sí que lo es. Ahora poco queda de la pequeña tímida y poco sociable; no le teme a los nuevos retos, ama la aventura y la libertad, es una persona alegre, observadora, activa y que no le gusta complicarse. Su “lado oscuro” está marcado por la impaciencia, la indecisión, el cambio de humor, una tendencia a juzgar antes de conocer y en ocasiones a reprimir sus sentimientos.

No le molesta que la llamen rebelde siempre y cuando no la relacionen con RBD. Lo que más admira es la autenticidad, algo que odia es la homogeneidad y su máximo ideal es ser siempre ella misma: “Nunca pertenecer al montón”.