lunes, 23 de noviembre de 2009

Sé que se pasea por mis lugares, que escucha mis palabras, que lee mis escritos. Sé que está lleno de buenas intenciones. Sé que no responde a las reglas y que quisiera jugar con el tiempo. Sé que tiene un huequito en el que no encaja ninguna de mis fichas por más que yo quiera moldearlas una y otra vez. Sé que está lleno de música y de sonrisas. Sé que sus abrazos curan tristezas y que sus besos prenden fuego. Sé que hay algo especial en medio de los dos. Sé que me quiere y él sabe que yo lo quiero.

Pero por todas esas cosas que sé es que se me revuelven los pensamientos y se me clava una ausencia en el estómago. No, no es que sea paranoica ni mucho menos que disfrute de la tristeza. Es que hay una incertidumbre que me acecha y me roba las lágrimas. Es que hay una tremenda incapacidad de saber cómo actuar y un deseo profundo de retomar el cauce del río. Es que hay un amor inmenso que no quiero canalizar ni dosificar, que quiero entregarle con los ojos cerrados y las alas abiertas. A pesar de que también sé que él no está seguro de querer continuar este vuelo conmigo.

De nuevo

Fui y volví. Cambié, me encontré y te reencontré. Por ahora solo he pintado las paredes, pero volveré a habitar este lugar. No más telarañas en el Tabloide. Ya estuvo bien de esconderme de las palabras.