lunes, 12 de mayo de 2008

Cuando uno conoce a una persona, ésta se instala en alguna parte del cuerpo. Por eso cada quien produce una manifestación diferente. Algunas están instaladas en las manos, en las rodillas, en los hombros, en el cuello, en los pies, en el pecho o en la espalda. Otras se instalan también en el estómago, en la garganta o en las partes de la cara. Las menos trascendentales se quedan colgadas del pelo, por eso se olvidan fácilmente.

Hay que tener mucho cuidado con las que se llegan a meter en la cabeza, son difíciles de sacar y además producen dolor.

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