sábado, 26 de abril de 2008

Entradilla

"Somos expertas en enamorarnos solas". Maria

Maria tenía razón. En el fondo lo sabía pero es lo que ocurre con esas cosas que se saben pero duelen, no se quieren aceptar. Llegué a pensar que podría haber algo de realidad en mi cúmulo de imaginerías, culpa del maldito hábito de perder de última a la esperanza. Debería haber un antiobiótico anti-ilusionamiento, que se tomara cada 6 horas y no produjera efectos secundarios. Me pregunto una y otra vez cómo pude llegar a este estado de ebriedad con un indicio tan débil pero a la vez tan delicioso. Fue algo así como emborracharse con una cerveza ligera pero helada. Al final lo que quedó fue un vaso vacío y un guayabo prolongado. Qué horror. Maria tenía razón, toda la razón del mundo... me lo advirtió, yo la escuché y lo que hice fue rerime con mi cara de "eso va viento en popa". Qué estupidez. Al fin y al cabo por algo dicen por ahí que "la letra con sangre entra". Así toca aprender.

Ya me cansé de derrochar mis energías y exponer mi ánimo en un asunto que no tiene sentido. En un juego que perdí desde el inicio. Nunca he sido partidaria del masoquismo, por eso reconozco que es hora de alejarme, de depurar mis pensamientos y de salir del abismo al que me tiré sin ninguna protección. Ayer me vi una película de drama, ahogué mis penas en helado y arreglé mi cama diferente. Ayer comenzó el duelo.

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