jueves, 30 de agosto de 2007

Humos y Besos (Cinco)

Ninguno de los dos se acordó de la fecha exacta, solo coincidían en que había sido cuatro meses atrás.
- "Creo que era algo con un 6" - dice Rojo tratando de hacer cálculos en su no muy preciso calendario mental
- "¿Con un 6?" - cuestiona Violeta - "No ¿No fue como un 18?"

Es claro que los números tienen poco valor, para ambos son más importantes los acontecimientos que las fechas.

- Me acuerdo muy bien. Vos tenías una pollera blanca y unas flores rosadas en la cabeza, estabas descalza y en la mano derecha cargabas el velón. Tenías los labios rojos y un pequeño mechón de pelo se te había salido del peinado...tu sonrisa, lo que más me llamó la atención fue tu sonrisa - le dice Rojo dando cuenta de su memoria fotográfica.

Violeta y Rojo se conocieron en un pueblo de clima templado durante un festival de música folcrórica. Ambos asistieron con grupos invitados de la ciudad. Ella bailaba cumbia cuando Rojo la vio por primera vez, él tocaba la tambora, porro, cuando Violeta se lamentó no bailar al ritmo de ese músico.

- La tambora, de vos me gusto fue la tambora - bromea Violeta - También me acuerdo de como estabas: pantalón blanco, camisa blanca remangada hasta los codos, sombrero vueltiao y tenis... creo que lo que más me gusto en realidad fue tu ropa - se rié haciendo un gesto de picardía.

Rojo tenía mucha habilidad para la tambora, le gustaba bastante improvisar, se divertía de manera contagiosa en el escenario y parecía himnotizado al seguir los pasos de la bailarina; Violeta llevaba el florclor en sus venas, sonreía de manera naturar porque disfrutaba del baile, del ritmo y de los tumbos de su corazón y las mariposas en su estómago al subir al escenario.

Cayó la noche en el festival y la banda anfitriona hizo su presentación. Los participantes aún tenían los trajes típicos, el parque principal del pueblo parecía una reunión de seres traidos desde la época de la esclavitud y la colonia.

- Esperé un rato largo para sacarte a bailar porque nada que te acababas ese helado - confiesa Rojo entre risas - Además estaba pendiente de que el del redoblante de tu grupo no se me adelantara -
Violeta se rie enérgicamente - ¡Si yo me estaba demorando con el helado para que él no me sacara! -

Rojo enciende un cigarrillo. Violeta está acostada sobre sus piernas en una de las bancas de un parque desierto, el viento mueve pasivamente los árboles, las lámparas emiten una tenue luz amarilla, algunas estrellan brillan con timidez, la luna ha sido ocultada por una inoportuna nube y la quebrada corre vía abajo sin hacer mucho ruido.

Esa noche, en el festival, Violeta y Rojo bailaron cumbias, porros y pasillos, improvisaron un bambuco y se inventaron un sanjuanero.

- Tengo ganas de bailar - piensa Violeta en voz alta
- Pues entonces bailemos - responde Rojo. Le da un beso, se icorpora y le extende la mano.
Violeta la toma, se abrazan. Rojo tararea y Violeta intenta silbar.

Se balancean de manera suave, impulsados por el viento, acompañados por los árboles, regidos por la luna.

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