domingo, 29 de julio de 2007

Humo y Besos (3)

"Verde, amarillo y rojo". Gondwana

Violeta sale a caminar. No lleva reloj, no lleva teléfono, no lleva música, sólo unas pocas monedas y las llaves de su casa. Hoy decidió no preocuparse por el tiempo, no ser localizada y no poner una barrera entre las voces en su cabeza y los ruidos de la ciudad.

Camina sin afán pero siempre al mismo ritmo, no le molesta el sol de las 11 de la mañana ni la inesperada brisa que le desordena los rizos, es más, le parecen el complemento perfecto para el reggae que suena en su interior - "equilibrio en lo creado, ya al maite ha iluminado, solo igual a la certeza, mi corazón late por tí" -. Se hace la sorda ante los incómodos halagos de algunos transeúntes, repasa el camino a recorrer, observa todo el panorama y no puede evitar fruncir el ceño y sentir una inmensa rabia al verse envuelta en una que otra nube de contaminación.

Desde hace más o menos tres días que Violeta no sabe nada de Rojo ni Rojo de Violeta. Han tenido cosas que hacer pero ese no es el motivo principal, ambos decidieron que su relación no debería depender de la tecnología. No hablan por teléfono y mucho menos se encuentran en Internet, han revivido la época epistolar.

Esta mañana Rojo, que no vive ni muy lejos ni muy cerca de Violeta, fue a dejarle una carta que deslizó suavemente bajo la puerta de su casa. Un sobre blanco con un "Violeta" en el centro, escrito a mano con cuidado. En su interior había una hoja igualmente blanca e igualmente escrita a mano con cuidado: "Te espero en el parque del 1 de aBril cuando el sol esté en el punto más alto. Te Quiero. Rojo".

- ¿Parque del 1 de aBril? - se preguntó Violeta al leer la nota. - Estás loco, Rojo - dijo suspirando, en realidad no conocía ese parque.

Violeta camina preguntándose una y otra vez si se dirije al lugar correcto. Está segura que en la ciudad no existe un parque llamado 1 de aBril...

- "Verde, amarillo y rojo" - canta Violeta mientras espera que cambie el semáforo para poder cruzar. Ha hecho cálculos y no conoció a Rojo en abril, ni siquiera ha pasado un abril. Piensa en los parques dónde ha estado con Rojo, son tres en total pero descarta uno por ser "el lugar de siempre"; recuerda que en otro de los parques hicieron figuras de plastilina y elevaron cometa pero eso no tiene ninguna relación con 1 de aBril, y en el otro... - En el otro ¿Que pasó en el otro? - piensa Violeta en voz alta. Camina por inercia al ver la luz verde para peatones. De repente sonríe y se lleva una mano a la cara - ¡Pues claro! - exclama. Sí se dirije al parque correcto, al sitio dónde en una fogata bajos las estrellas Violeta y Rojo se dieron el primer beso, sabor masmelo.

El sol en el punto más alto, el parque desolado - "Equilibrio en lo creado, ya al maite ha iluminado, solo igual a la certeza, mi espíritu vive por tí" - la canción, que aún suena en la mente de Violeta, se mezcla con una cadena de sensaciones: decepción, angustia, ansiedad, tristeza, expectativa, espera, resignación... Violeta opta por sentarse en un columpio a la sombra de un mango, se mece con la cabeza hacia atrás mirando al cielo, disfruta del azul y se imagina la suave textura de las nubes.

Rojo se acerca sigilosamente, Violeta está ensimismada viendo jugar a una pareja de labradores cachorros, con la mano que tiene libre Rojo le cubre los ojos. Violeta se estremece pero luego suelta un suspiro de alivio.
- Afortunadamente conozco tu olor -
- Afortunadamente no huelo mal -
- Eso creés vos -
- Eso creés vos - repitió Rojo tratando de hablar como una niña.
Soltaron una risa
- No abrás los ojos - le dijo a Violeta mientras la ayudaba a parar del columpio.
Rojo descargó lo que llevaba en la otra mano y abrazó a Violeta. Un abrazo de reencuentro, de saludo, de despedida, de felicitación, de tristeza, de alegría ... un abrazo que se prolongó durante varios segundos.

- ¿Ya puedo ver? - preguntó ansiosa Violeta.
Rojo levantó la carga y se paró delante de ella.
- Sí - dijo.

Tres girasoles y una pequeña caja envuelta en un colorido papel.

Violeta abrió los ojos y sonrió ampliamente - Ay nooo, por qué sos así- dijo.
- Por vos - alcanzó a decir Rojo antes de que Violeta lo hiciera callar con uno de esos besos que hacen mover el suelo.

Se sentaron en el pasto a la sombra del mango, Violeta desenvolvía la caja con paciencia a pesar de sentir unas ganas inmensas de romper el papel. Rojo la miraba con ternura mientras encendía un cigarillo.

- Rompélo - le dijo, la conocía muy bien.
- No, está demasiado bonito -

- "Verde, amarillo, y rojo" - cantó Violeta al remover todo el papel. Miró a Rojo, frotó sus manos y se dispuso a levantar la tapa de la caja.

Doce fresas cubiertas con chocolate.

- ¡Aaaaahhhh que ricooo! - gritó Violeta, le encantaban las fresas y amaba el chocolate.
Rojo soltó una carcajada y se ahogó con el humo del cigarrillo, era imposible no contagiarse de esa euforia.

- Me encanta... me encantás - dijo Rojo para sí mientras ambos se comían la primera fresa con una inmensa satisfacción.

- "Eres mi estrella que brilla en el cielo" - cantó Rojo

Tarde de reencuentro, de humo y besos de fresa con chocolate.

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