A Besos
Rojo estaba sentado viendo caer la lluvia, le gustaban mucho los días fríos. Fumaba de manera paciente mientras esperaba ver llegar a Violeta, aunque no habían fijado ninguna cita.
Violeta caminaba lentamente bajo la lluvia mientras las gotas la mojaban sin cesar, le importaba muy poco terminar empapada y que al secarse su pelo tuviera más afro de lo normal. Nunca salía con sombrilla y pocas veces, como hoy, se ponía suéter. Disfrutaba de un granizado de café y se sentía feliz, a ella tambíen le encantaban los días fríos.
A lo lejos Violeta pudo distinguir aquella silueta humeante, esbozó una sonrisa y se convenció una vez más de que la telepatía existe.
Rojo sintió la presencia esperada y le bastó con girar su cabeza para confirmar que no se había imaginado esa sensación. Violeta venía caminando hacia él, tenía los rizos mojados y en sus manos cargaba un vaso de icopor, - Seguro que es granizado - pensó y le devolvió una tímida sonrisa. Rojo se convenció una vez más de que el destino tiene toda la culpa.
Violeta se sentó al lado de Rojo y le dio un beso de esos que hacen estremecer, Rojo la rodeó con sus brazos sin darle importancia a lo mojada que estaba. Ninguno de los dos estaba elocuente pero para qué hablar si les bastaba con estar allí.
Rojo se quitó la chaqueta y se la brindó a Violeta, quien se la puso rapidamente para no dejar escapar ni un poquito de calor. La miró a los ojos y suavemente le acarició el rostro y le apartó los mechones que aún goteaban, con el dorso de la mando le tomó la temperatura de la nariz y como estaba helada se acercó a darle un beso.
Violeta sonrió y sorbió por última vez el granizado, le pasó el vaso a Rojo y el se encargó de quitarle el color y el sabor al hielo restante.
Se pusieron de pies, se tomaron de la mano y se fueron saltando en cada uno de los charcos, parando de vez en cuando a darse un beso en medio del agua que aún caía y de aquella que se empezaba a evaporar.
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