lunes, 29 de septiembre de 2008

RE:

Para leer despacio y al oído

Vamos de viaje a caminar en puntillas por el arcoiris
Vamos de viaje al fondo del mar a recolectar erizos
Vamos de viaje a la luna a dejar nuestra bandera
Vamos de viaje a descifrar el matiz de tus pupilas
Vamos de viaje a medir la profundidad de los holluelos de tus mejillas
Vamos de viaje y probamos el sabor rojo de marte
Vamos de viaje a hacer una sieste de seis meses en el Ártico
Vamos de viaje a vivir tras una cascada

Vamos de viaje y aprendemos a volar como los halcones
Vamos de viaje a fotografiarnos junto a un panda
Vamos de viaje a hacer realidad las fantasías
Vamos de viaje y dejamos tu sonrisa dibujada en la arena
Vamos de viaje a sentir la fuerza del vacío
Vamos de viaje a comer masmelos derretidos en el sol
Vamos de viaje a escuchar las historias de tu ombligo
Vamos de viaje, yo te invito a recorrer mi geografía con la punta de tus dedos

domingo, 14 de septiembre de 2008

Próxima estación: Industriales

En este pedacito de metro hay un niño que parece tener claustrofobia porque está muy rojo y sudoroso y no deja de mirar por la ventana con la cabeza pegada del vidrio. Un muchacho de ojos verdes juega al mimo poniendo su mano en el aire como si agarrase una de las barras verticales del vagón. Una chica de cabello negro tiene un pantalón muy corto que deja ver sus piernas muy blancas, y un novio que come chicle con la boca muy abierta. Lo que más me gusta es que hay una bebé con una manilla de bolitas de colores en la mano izquierda a la que la mamá le limpia los mocos con una cobijita rosada y le da muchos besitos en la cabeza. La bebé tiene unos ojos grandes que miran una por una a todas las personas que hay a su alrededor. Hace tres meses, un día que vi muchos bebés en el metro, me dije que compraría juguetes pequeños y andaría con uno en el morral para cuando me encontrora a alguno. A esta nena, que se llama Manuela, le tocó una manito de caucho para que la babee y la muerda con sus encías aún sin dientes cada vez que quiera. El metro anunció mi estación y me bajé después de recibir los incrédulos agradecimientos de la mamá. Antes de mí salió el niño claustrofóbico a toda prisa. El chico de los ojos verdes había dejado de jugar al mimo y la muchacha de los pantalones muy cortos ya no estaba. Sólo espero que a Manuela su mamá le cuente algún día que uno de sus primeros juguetes se lo regaló una niña pecosa en el metro.

Ángel

Con vos me pasa lo que me pasa con las cosas grandes, con los sentimientos encontrados y con los momentos sublimes: soy incapaz de nombrarlos.

El asunto es que por más que busco un término apropiado para referirme a vos no lo encuentro. Es un problema que tengo también a la hora de titular o de poner un nombre. Lo más fácil es llamar las cosas por su nombre común o incluso poner "(sin título)" y que ese problema lo resuelva otro. Pero vos ya tenés muchos nombres que te han dado otros y creo que por eso se me ha hecho tan difícil la búsqueda. No quiero caer en ningún término cliché aunque alguno de ellos resulte sensato, ni utilizar sustantivos cursis que de un momento a otros están en boca de todos los enamorados. Quiero llamarte de manera especial, quiero darte un bonito sobrenombre, quiero tal vez inventarme un término para definir tu especie -en vía de extinción, por cierto-, quiero poder resumir en una, dos, máximo tres palabras, el "reguerito de magia" que dejás por donde pasás y que me regalás con tu boca y me entra por los ojos y los oídos y se me cuela por los poros.

Seguiré pensando cuando pare ese maldito martilleo que viene de la casa vecina. Por ahora te dejo un abrazo de algodón de azúcar y un beso de arequipe caldense.

martes, 9 de septiembre de 2008

"Si no vivimos en la realidad, mucho menos en la irrealidad"*


Ay de los incomprendidos que siempre el viento les tumba las cometas recordándoles que para que éstas puedan volar necesitan de un polo a tierra. Afortunadamete ellos siempre encontrarán la manera de mantener latentes sus imaginarios aunque esto les haga derramar lágrimas cuando la tierra les retenga los pies.


La pequeña pelirroja esta sentada en el borde de su cama llorando desconsolada porque su mamá le dijo que sus pecas eran una pigmentación de la piel y no pequeñas concentraciones de chocolate como ella pensaba; porque en el colegio su profesora le negó que la mitad de 5 era 1 "Pero profe mire el dado"-le había argumentado la pequeña-"No, el 5 es un número impar, por lo tanto no tiene mitad"-había sentenciado la maestra; porque su profesor de artes le dijo que el cielo era azul y no violeta como ella lo había coloreado y porque su hermano le informó que los pegasos no existen.

La pequeña pelirroja cerró la puerta de su cuarto con seguro, saco uno de sus libros de colorear de Mi pequeño Pony, buscó la caja de colores y se acostó en el suelo. Unas cuantas goticas cayeron en la cara de un pegaso todavía en blanco. El pasto lo pintó naranja, las nubes amarillas, el cielo violeta, los árboles azules, las flores verdes y al pegaso, de azul claro con melena rosada, amarilla y verde, y cola rosada y azul. Sonrió. Al menos detrás de esa puerta el mundo era tal cual ella lo quería.


*la que desató este escrito.