sábado, 23 de agosto de 2008

Azúcar para tu Noche


Descalza camina hasta el balcón. Desliza el ventanal despacito para no despertar a los demás habitantes de su apartamento del piso 6. La noche es fría y el cielo está cubierto por una capa de niebla que apenas deja filtrar la luz de la luna. El celular vibra de nuevo, es la tercera llamada que muestra en la titilante pantalla un número tantas veces esperado. Contesta con la voz que le permite salir el taco de ansiedad que tiene instalado en la garganta desde que la despertó el aparato. Al otro lado de la línea se siente el mismo silencio de fondo pero es evidente que la voz que allá se encuentra sale sin problema. Un saludo corriente, allí con temblor, allá con decisión. Un "tengo algo que decirte" que viene y es recibido por unos ojos que se cierran con fuerza. Un "te escucho" que va y es recibido por un rostro que no se inmuta.

Beto estudia siempre hasta tarde, no tanto por su insomnio ni por su dedicación como por su capacidad de postergarlo todo. El informe de lectura está terminado y se siente incapaz de decidir si continuar con el ensayo de Opinión Pública o con el taller de Macroeconomía. En su computador suena Volver en versión Calamaro. Es la 1:37 de la madrugada y a Beto se le antoja un pedazo de la torta de chocolate del cumpleaños de Vero que aún debe estar en la nevera. Se quita las gafas, se frota los ojos y da vueltas en la silla de rodachines hasta que se termina el tango. En medias sale de su habitación hacia la cocina y mientras cruza la sala: "¡Jueputa!", la imagen de una persona en el balcón lo asusta. Reconoce a Sofía y se ríe aún con el corazón a mil. Sigue su camino, se parte un pedazo moderado para que no se note demasiado el hurto y se sirve un vaso de leche. Se sienta en la sala pensando en devolverle el susto a Sofía.

Un escalofrío la recorre. El discurso que viene del otro lado de la línea es más helado que la noche. Ella ha hablado poco porque sus palabras se han hecho lágrimas, él en cambio ha hablado demasiado porque su egoísmo se ha hecho fonemas. Le pidió que saliera de su vida, que la quería mucho pero que no podía tenerla cerca porque ya era feliz con otra mujer... Le dijo tantas cosas que el dolor le impidió seguir escuchando. Cuando allá demandaban una respuesta allí habían demasiadas preguntas. Ella susurró "está bien, adiós", el dijo "adiós, te quiero" y ella le respondió "dejá de ser hijueputa" y colgó. Se abrazó las rodillas y su cuerpo se hizo río.

Beto disfruta bocado a bocado de su antojo satisfecho. Observa la quietud de Sofía y piensa que tal vez está inmersa en una especie de meditación nocturna. Se toma la leche de una sola tanda y sobre su boca queda dibujado un bigote blanco. Entra a la cocina y lava el pequeño plato, la cuchara y el vaso. Cierra la llave y escucha un llanto. Va al baño, toma la caja de pañuelos y vuelve a la cocina, abre el congelador, saca el helado de chocolate y la crema de chantilly, toma dos cucharas de las grandes y a pesar del encarte logra deslizar despacito el ventanal para no despertar a los demás habitantes de su apartamento del piso 6. Se sienta al lado de Sofía, pone los elementos en el piso y la abraza. Beto pregunta si ha recibido malas noticias, ella responde "una despedida", patea el celular y saca algunos pañuelos para sacudirse los mocos y secarse las últimas lágrimas. Él le ofrece una cuchara y abre el helado, ella la recibe, agita la crema de chantilly, la acerca a los labios de Beto y presiona el regulador mientras dice "a tu bigote le falta carácter". Él se ríe, toma una cucharada de helado y la acerca a los labios de Sofía: "a tu noche le falta azúcar", le responde.

5 comentarios:

  1. Tenés razón. Algo de conexión! Me gustó mucho!!!!

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  3. mezclas, revuelves y ya está.
    tus letras dulces, con un poco de traición me gustan, me asustan pero ahí están, esperando atacar los ojos de algún desprevenido lector, tal vez adicto al tango o al azucar, en tu caso.

    y cuando quieras pasa por mi panaderia, la casa invita.

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  4. mmm panadería, bueno, uno de estos días me paso un rato!

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