miércoles, 26 de marzo de 2008

Silencio

A Lola alguien le dijo una vez que escuchar música con audífonos era poner una barrera entre sus pensamientos y el mundo exterior. Por eso, cada vez que no quiere pensar llena el mp3 con sus canciones favoritas, que no son pocas, y se pasa el día con sus audífonos puestos. Hoy, por ejemplo, es uno de esos días. Alrededor de las 11 de la mañana, despues de darse una larga ducha y pelear con sus inquitantes pensamientos, sale de su casa para caminar y olvidarse de todo. Camina sin afán, canta cuando no hay nadie cerca y se limita a mover los labios cuando está rodeada de personas. Se sienta en la banca de un parque a la sombra de un árbol a mirar el cielo y a cantar, sube el volumen y cierra los ojos, afortunadamente a esta hora las personas están más preocupadas por su almuerzo que por la conducta de los demás.

El hambre y la falta de plata hacen que Lola vuelva a su casa después de mucho caminar, mucho sol y mucho calor. Entra, se acuesta en su cama y canta como en un susurro, se asoma una lágrima y el dolor de cabeza característico del hambre con el que tendrá que lidiar para inventarse un almuerzo. Se siente casi egoísta por no prender el equipo de sonido y poner la música a todo volumen, por no llamar a Susana y desahogarse y por no llorar como le gustaría. En el fondo disfruta su egoísmo y su vendaval interno.

Lástima que Lola, de tanto evadir su pensamientos se haya quedado sorda. Ahora tendrá que pensar, siempre.

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