domingo, 6 de julio de 2008

Rutina

Y empezó a imaginarlo (como hacía con todos los hombres que habían tenido un gesto amable con ella) en la vuelta de la esquina, en el bar del tipo calvo, en el parque de los sauces, en los semáforos de la 80 y hasta detrás del timbre de su teléfono. Trató de recordar cada una de las palabras que él le dijo en su corto encuentro pero el efecto que el alcohol tenía en ella era precisamente ese, lagunas de audio. Y empezó a buscarlo (al igual que lo demás) en los bolsillos, en los sueños, en los olores de otro hombres y hasta en la red. Con comillas, en búsqueda avanzada, en imágenes, redes sociales y blogs. No lo encontró pero se sintió feliz. El chico era, por tanto, mucho más real. Así que empezó a esperar (como en veces anteriores) el próximo encuentro.

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