viernes, 15 de febrero de 2008

Cobardía

Él está sentado, como cada viernes, en el borde de la acera de enfrente bajo una de las luces amarillas que iluminan la calle. Con una mirada fija en aquella ventana de cortina blanca parece concentrar todas sus fuerzas en encender la bombilla de la habitación. No pasa nada, no pasa nadie. Él suspira profundo y piensa que tal vez sería más sencillo si esta vez si tirara piedritas hacia su ventana: "No puedo, soy demasiado cobarde", se dice, aludiendo a una serie de acontecimiento ocurridos durante la semana, el lunes compró un ramo de flores pero decidió dejarlo en un banco del parque, el martes contrató un grupo de mariachis pero canceló el servicio dos horas antes de la presentación, el miércoles la llamó un par de veces pero al segundo timbre colgó, el jueves le hizo una pintura en un pliego de papel bond pero al final terminó colgada en el cuarto de su hermanita. Ya era viernes y estaba apunto de lanzar la primera piedrita cuando vio a lo lejos las luces de un carro que se acercaba, se escondió entre los arbustos y vio como ella descendía del vehículo después de darle un apasinado beso al muchacho que iba al volante. Con los ojos llenos de lágrimas y conteniendo un agudo sollozo la vio caminar, bonita como era, con sus largas piernas, su vestido rojo de lunares blancos, su cabello negro y liso a medio coger por una hebilla y su amplia y deslumbrante sonrisa. El carro se alejó y ella, antes de abrir la puerta, se dio vuelta y miró con atención el trozo de pavimento que había acabado de recorrer. Se alejó cuatro pasos de la puerta y se agachó a recoger algo. Él miraba sorprendido como ella había tomado la piedrita que él no pudo lanzar. Ella volvió a la puerta y entró a la casa. El esperó, con el corazón dándole tumbos, la luz en la habitación que había estado mirando durante tanto tiempo. Ella encendió la luz, abrió la cortina y metió la piedrita en un recipiente redondo de vidrio, a medio llenar, de otras piedritas similares, las piedritas que él nunca había sido capaz de tirar. Desde ese día decidió cambiar de ventana, no iba a permitir que alguien coleccionara su cobardía.

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