domingo, 24 de febrero de 2008

Adaptación

Espero no ver en tus ojos lo que quiero ver, sino lo que me querás mostrar.

Lía termina de arreglar su cama de edredón azul y se tumba sobre ella, boca arriba y expirando con fuerza, arreglar un cuarto que ha permanecido desordenado durante toda la semana no es una tarea fácil. Tararea en voz baja la canción de Alanis Morissette que sale de su grabadora y con los ojos clavados en una caja de cartón vacía al lado de su puerta, trata de convencerse de que es necesario utilizarla para sacar, de una vez por todas, el arrumo de cosas que hay debajo de su cama. El problema es que lo piensa demasiado. Su eterna lucha contra el apego no ha dado muchos frutos pero, por lo menos, han disminuido las veces en que se acuesta boca abajo con la cabeza en el borde y mira, en silencio y con una que otra lágrima, los objetos empolvados que reposan allí.



En los últimos días Lía se ha acordado menos de su relación anterior, aquella que terminó hace tres meses y que le dejó bonitas experiencias, habilidad para discutir y objetos inútiles; la razón de su progresiva recuperación es Siro, el mejor amigo de su hermano Martín.



Siro es un chico simpático, conversador, aventurero y algunos años mayor que Lía. De todas las veces que ha ido a la casa de Martín pocas se ha encontrado con ella, salvo durante las últimas dos semanas en las que ha estado trabajando hasta tarde con su amigo y han cenado los tres juntos. Martín sabe de sobra el interés que siente Siro por su hermana, pero prefiere tomar una posición de espectador antes de cometer alguna tontería.



Siro opta por actuar con prudencia, no quiere parecer acosador ni tomar el rol de paño de lágrimas de Lía, pero no pierde oportunidad de lanzarle una mirada coqueta. Está dispuesto a conquistarla y tiene buenas intenciones.



Lía, por su parte, no está muy segura de cómo responder a las señales de Siro antes de que lo hagan sus mejillas. Está interesada en él pero quiere que todo ocurra con calma, además necesita deshacerse de todo lo que la atormenta antes de dejarlo entrar. A pesar de los nervios que siente cuando su mirada se cruza con la de Siro, más de una vez ha logrado intimidarlo.



Lía está absorta en sus pensamientos cuando escucha que alguien toca la puerta de su habitación: "¡Está abierto!" exclama mientras piensa cuál canción de The Cure es la que está sonando. La puerta no se abre así que decide levantarse y mirar quien es el sordo. Abre la puerta y se encuentra con Siro: "¡Hola!" dice él con energía. "Hola", le responde Lía sosprendida. "¿Querés pasar?" le pregunta después de un incómodo silencio. Siro lo piensa mirándola a los ojos, saca una flor amarilla y le responde: "Si me dejás ayudarte a limpiar debajo de tu cama".



Poco a poco fueron saliendo los objetos y llegando las flores. La caja está llena y los floreros también.

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