martes, 22 de enero de 2008

Buen Viaje

"Chao bonito, cuídate", fue lo último que alcanzó decirle Sol a Francisco a gran velocidad antes de que se le acabara el crédito de la moneda de cien pesos que había utilizado para llamarlo. La conversación, como cualquier otra que se sostiene desde un teléfono público, estuvo compuesta por un ir y venir de apresuradas intervenciones; al fin y al cabo él no hizo demasiadas preguntas y ella le transmitió el mensaje sin rodeos: "Salgo en media hora para Manaure".

A pesar de compartir una estrecha amistad que en varias ocasiones se había transformado en un intenso amorío, Francisco sabe que no podrá acostumbrarse nunca a los inesperados viajes de Sol, aquellos que comenzaron hace 3 años cuando ella terminó la universidad y decidió dedicarse a la fotografía; fotografía artística sostenida por fotografía para agencias de turismo.

"¡La Guajira! ¡Brutal!", le había respondido Francisco con entusiasmo a pesar de la sorpresa, "En la noche te dedico unas cuantas notas para la buena suerte".

Francisco es un hombre tranquilo que se dedica a tocar saxofón en el bar de jazz que levantó junto a sus dos hermanos, Ramón y Arturo; el primero administrador y el segundo cuentero.

"Vale, !Gracias! Yo te traeré algo", respondió Sol. En cada viaje se inventaba un regalo para llevarle a Francisco, cualquier cosa que representara el lugar, siempre acompañado de una fotografía.

"¿Cuando volvés?", se atreve a preguntar Francisco aún sospechando que no habrá una respuesta concreta.


"Quien sabe, cuando se acabe el rollo", le contesta Sol con simpatía aún sabiendo que es una respuesta vaga pues estamos en los tiempos de la fotografía digital.

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