
Estoy segura de que no se te ha olvidado ningún momento, al menos la última vez que hablamos demostraste recordar detalles; espero que igual que los recuerdos sigan vigentes tus sentimientos. Estoy en medio de un ataque impulsivo, su causa más probable es una sobrecarga de...¡Carajo! No tengo idea de qué estoy sobrecargada, pero hay algo que me tiene del cuello hace horas y parece que ésta es que la única manera de evitar un estrangulamiento.
Esta vez era mi turno de irme en silencio, de dejar caer las bolsas, quitarse los amarres y elevar el ancla; de no mirar atrás al tomar el tren y de reprimir las lágrimas... No pude, cedí mi turno, lloré y me quedé sentada a la orilla del abismo. Ahora fumo, esa tarde aprendí, y es mejor de lo que pensaba. Aprendí también a vivir con tu recuerdo, con la recriminación de la gente, con la cantaleta de mi familia y con el peso de mi propia conciencia, por cobarde.
Tal vez mi problema es que no soy tan fría como vos o que no quiero como vos o que vos y yo no debemos estar juntos...No, ninguna de esas divagaciones me convence. Tal vez así es el amor y ya (claro, la salida más fácil).
¿Te acordás de cuando me prometiste poemas, música, noche, hamaca y vino? Buscáme, hagamos un trato y no juguemos más. Dejemos la estúpida frialdad y no me salgás con que no tenés tiempo, que tiempo es lo que me debés.
Violeta