lunes, 18 de mayo de 2015

Otra manera de respirar

Me gusta cuando las tardes me traen este sabor a cerveza,
cuando vemos juntos el cambio de color del cielo,
cuando la noche nos llega al punto de no poder vernos con los ojos.

A vos te delata tu respiración,
yo te busco con la mano y siempre te encuentro suave a pesar de los pelos de la barba,
te sonreís y también lo noto.
Me mordés la mano, auch, y soltás una carcajada.

Ninguno abandona su lugar para encender la luz.
Es más bonito así, con las luces de los otros.
Es más nuestro no vernos.

Otra lata se destapa con ese clic que precede a un largo trago.
Por el ventanal entra un viento fresco que nos despeina, no trae ningún ruido humano.
La noche está silenciosa, nosotros también callamos un rato.

Sos vos quien me toca ahora,
te deslizás un poco sobre la madera y te pegás a mí,
me olés el pelo,
yo cierro los ojos para grabar en mi cuerpo ese momento.

Con una nueva brisa me pongo de pie,
te ofrezco mi mano  y vos enredás tus dedos entre los míos.
Caminamos hacia la puerta de la casa,
hacia ese camino de hierba que nos separa de la arena.

La luna está aquí solo para nosotros,
en los pies se siente la tibieza del día que termina,
en la ropa ya sobre la arena se queda el pasado.

Entramos al mar sin prisa,
no hay oleaje que nos dificulte los pasos,
los peces se divierten a nuestro alrededor.
Nos sumergimos completos.
Bajo el agua nos besamos,
es otra manera respirar.

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